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Chimalhuacán, Méx. En la avenida "Las Torres" en Chimalhuacán, Estado de México, se encuentra un tianguis de gran extensión donde cientos de personas acuden diariamente en busca de artículos de segunda mano.
Ubicado bajo torres de luz eléctrica y sobre un camellón de tierra, este mercado ha crecido hasta convertirse en uno de los más grandes del Estado de México.
Tiene una extensión aproximada de 4.5 kilómetros, delimitada por diez torres de luz, con una distancia de 500 metros entre cada una. A lo largo de este espacio, decenas de comerciantes instalan sus puestos ofreciendo desde ropa, muebles y electrodomésticos hasta herramientas y artículos antiguos y de colección.
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La ubicación de cada puesto cambia a diario, sin embargo, muchos vendedores se ponen por la misma zona cotidianamente para que los clientes ubiquen sus negocios. Todos los días se instalan sobre la tierra, a excepción de los jueves, cuando no hay actividad.
El Tianguis de las Torres no solo es un lugar de compra y venta, sino una fuente de sustento para muchas familias mexiquenses. Para algunos vendedores, las ventas adquiridas aquí son su principal ingreso económico, mientras que para otros es una forma de obtener dinero extra.
A lo largo de los años, el señor Miguel Jasso ha visto cómo el lugar se convierte en el refugio de quienes ya no encuentran oportunidades laborales, ya sea por su edad o condición física. El vendedor lleva 25 años en el tianguis, donde trabaja cuatro días a la semana vendiendo "chacharitas" como juguetes, ropa y otros artículos.
Mucha gente que no encuentra trabajo se viene a vender al tianguis
Miguel Jasso
La reventa es un factor clave del éxito del tianguis, muchos pepenadores separan los objetos en buen estado que recolectan de las calles y los revenden allí, y otras personas llegan hasta Chimalhuacán para surtirse de mercancía y hacer negocio en sus localidades. Muchos de ellos ven este lugar como el espacio perfecto para encontrar lo que consideran “joyitas”, artículos de época, de colección o exclusivos.
Entre la variedad de productos, los gritos de los vendedores: "¡Chéquele, rásquele, todo barato!" y "¡Bara, bara, haga su montón y le damos precio!", y la diversidad de compradores, este espacio se ha convertido en un punto clave para la economía y cultura mexiquense.
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