Toluca. Méx. En México, tres de cada 10 mujeres jóvenes no tienen acceso a anticonceptivos, de estas por grupo social el 58% de féminas indígenas y 64% de aquellas rurales experimentan esta violencia para acceder a su derecho de salud pública, sector que en gran medida aglutina a la población de los pueblos originarios.
David Gómez Sánchez, director de la división de lengua y cultura de la Universidad Intercultural del Estado de México, refiere que dentro de la discusión que ha iniciado en el Estado de México por la reforma para despenalizar el aborto no podrá excluirse a este sector.
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Argumenta que de forma histórica las mujeres indígenas han padecido la violencia sexual desde la estigmatización por ejercer su sexualidad, pero hasta ser criminalizadas en caso de recurrir a un aborto, esto cuando la propia estadística advierte una alta incidencia de agresión y violencia hacia ellas.
“Muchas veces el ejercicio sexual de las mujeres a veces ni siquiera es consensuado, es decir muchas mujeres su primer contacto sexual que han tenido es obligado y eso lo vemos en los índices del por qué en algunas los embarazos son muy precoces…ni siquiera es porque tuvieron una pareja es por abuso”, señala.
Con ello reprocha que a la mujer se le castiga en los casos de aborto como responsable de una situación de violencia estructural.
Frente a este escenario argumenta que los pueblos originarios tendrían que respaldar la reforma en debate; sin embargo, está la propia concepción de la vida que tienen, la cual es entendida no sólo como la de entes humanos, sino también de plantas, animales y el propio cosmos. Ahí advierte se podrá centrar el conflicto y debate.
“Es entendida como fuerza, destino y razón, es decir concepción biológica, vida espiritual y fuerza con movimiento
Argumenta que, desde los principios religiosos, donde están inmersos ellos, creen que la vida tiene que ser protegida tanto por mandato como deseo divino, por lo cual en consecuencia debe ser respetada y protegida. El conflicto, reitera, son las propias condiciones de algunas de ellas, en la marginalidad de sus derechos sexuales.
“Muchas mujeres en estos pueblos van a manifestar el apoyo [al aborto] pero un apoyo muy disimulado porque en el fondo desde la situación de las personas han sufrido violencia, pero está también el señalamiento por el peso social y moral”.
Concluye destacando que en los pueblos indígenas originarios reconocen un término como “Fasté que se le entiende como el que come la vida, el que destruye la vida” que podría entenderse como el aborto, pero también en las mujeres se privilegia siempre la concepción para cuidar al más fuerte.
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