Las madres buscadoras en México son mujeres que son madres, que rascan la tierra, que recorren el país buscando en los ríos, montañas, ciudades, baldíos, ranchos, fosas clandestinas, bares, calles, centros de explotación sexual a sus hijas, hijos y/o familiares que fueron víctimas de desaparición y desaparición forzada. Son madres que, con sus propios recursos, con la fuerza que les queda y una llama de esperanza están haciendo la tarea que el Estado no ha podido cumplir.
El origen de los colectivos de madres buscadoras se da con la crisis de desapariciones en México en 2006 con la llamada “Guerra contra el narco”, época en que los índices de violencia y desapariciones aumentaron drásticamente en el país. Y a partir de ahí, el número de personas víctimas de desaparición y desaparición forzada no ha sido menor, pues de acuerdo con datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), hasta el día de hoy en México hay un total de 124,788 personas desaparecidas y no localizadas.
El Estado debe entender que no se trata de un número o estadísticas, se trata de personas que han sido víctimas de la violencia que se vive en nuestro país. Tampoco se trata de salir a dar un discurso y presumir que ha habido una disminución en el número en comparación con otros gobiernos o administraciones, es asumir la responsabilidad como gobierno de que no se ha actuado de manera adecuada para terminar con esta situación que tanto atormenta a la sociedad mexicana.
Que las madres hayan tenido que organizarse para buscar a sus hijos e hijas desaparecidas solo es una muestra de las fallas del sistema de justicia en México o de la indiferencia por parte de las autoridades gubernamentales. Es sorprendente saber que las madres tuvieron que aprender cómo llenar una ficha de localización, a poner una denuncia en la que se revictimiza a su familiar y no hay sensibilidad por parte de las autoridades para tratar su caso, orillándolas a formarse sobre la búsqueda de personas desaparecidas en diferentes espacios y terrenos. Sin olvidar que también se encuentran en riesgo al realizar esta labor, que son amenazadas y hay quienes han sido asesinadas por salir a buscar a sus hijos e hijas.
Los colectivos de las madres buscadoras han logrado visibilizar la crisis de desapariciones que tiene México y han ejercido presión para que las autoridades investiguen y hagan justicia, pero también se han vuelto una fuente de apoyo para aquellas familias que sufren la desaparición de un ser querido. Estos colectivos representan la fortaleza de una sociedad que ha sido azotada por la violencia, son la esperanza de que se haga justicia y de que algún día las madres dejen de organizarse para ir a buscar a sus hijos e hijas porque ninguna madre merece aprender a utilizar herramientas para buscar en fosas clandestinas los restos de quienes ama.
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