Toluca, Méx. Se han cumplido dieciocho días de que Claudia Sheinbaum rindió protesta como la primera presidenta de México, y al respecto hemos presenciado en las diferentes redes sociales digitales una diversidad de comentarios desafortunados con tintes machistas en donde se refieren a la mandataria como “ama de casa” y “Presirvienta”, ambos términos utilizados de manera peyorativa hacia el trabajo realizado por las mujeres que se dedican a las labores del hogar, el cual no es menor y quiero reconocer el gran esfuerzo y la dedicación que ponen en ello para mantener sus hogares.

Ante lo sucedido, la Presidenta de México mencionó en su mañanera del 03 de octubre la importancia del trabajo que realizan millones de mujeres en el hogar y que no es reconocido.

Lo que me parece más lamentable es que se utilice la palabra “ama de casa” como algo peyorativo. No, yo soy presidenta, abuela, mamá y ama de casa y con orgullo


Claudia Sheinbaum

Todas las amas de casa, es decir, las mujeres, esposas que se dedican al hogar merecen todo nuestro reconocimiento”. Esta frase tendría que generar un impacto importante en nuestra sociedad para visibilizar la gran labor que las mujeres y ahora también hombres realizan dentro del hogar, mismo que ha sido minimizado y poco valorado.

Ser ama de casa refiere a encargarse de las tareas domésticas del hogar como limpiar, mantener la casa, el cuidado de las infancias y miembros del hogar; es decir, es llevar a cabo las tareas necesarias para el funcionamiento cotidiano de un hogar e históricamente a las mujeres se les ha asignado esta labor.

Como hecho importante en esta asignación se encuentra la Revolución Industrial en donde se promovió la separación de la esfera de producción mercantil y la doméstica, considerando trabajo sólo aquél vinculado a la producción y con una retribución económica, quedando la labor doméstica como el espacio de inactividad, en donde se llevaban a cabo tareas reproductivas y dedicadas a la satisfacción de las necesidades básicas de los miembros de una familia, por lo que, a partir de la idea patriarcal de que las mujeres se caracterizaban por ser emocionales, dependientes y dar amor a los otros, debían quedarse en el espacio privado del trabajo doméstico.

A partir de esta idea patriarcal en la que las mujeres debían permanecer en la esfera privada dedicadas al hogar, se construyeron los argumentos para alejarlas de la esfera pública y de los asuntos políticos, permeando el discurso de que las mujeres debían renunciar a su aspiraciones de competir por el poder en lo político y en lo económico, dado que esto solo era exclusivo de los varones, quienes contaban con la capacidad, la imparcialidad e independencia necesaria para desarrollarse en este campo. De tal manera que las mujeres debían estar sumisas, pasivas y enclaustradas ante los hombres a cambio de su seguridad, cediéndoles también el control político.

Hoy en día la labor de ama de casa en nuestro país ya no es una tarea exclusiva de las mujeres, pero sí continúa siendo desempeñada por la mayoría de ellas. Como mencioné unas líneas atrás, a la labor doméstica no le daban un valor productivo; sin embargo, hoy sabemos que su práctica tiene un impacto en la economía de nuestro país y de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2022 el trabajo doméstico representó el 24.3% del PIB, del cual, el 17.6% correspondió a la aportación de mujeres.

En México, las mujeres representan el 40.6% de la fuerza de trabajo, mismas que en su gran mayoría también realizan en sus hogares labores domésticas, por lo que llevan a cabo la llamada “segunda jornada laboral”; generando un incremento en el esfuerzo de la mujer, obligándola a crear estrategias para no dejar de realizar las actividades domésticas que por una construcción social ha sido definida como una responsabilidad personal, designándola como la principal ocupante de la esfera doméstica y concibiéndola como la guardiana del hogar.

Lo que necesitamos reflexionar es que las labores del hogar no son exclusivas de un género, requerimos terminar con estás ideas milenarias en donde las mujeres han nacido para desempeñar de manera exclusiva estas actividades, así como reconocer el esfuerzo físico y mental que implica llevarlas a cabo. Los hechos recientes nos muestran la urgencia de transformar las ideas y construir una sociedad donde haya igualdad de oportunidades para todas, todos y todes, que no solo se trata de tener mujeres dirigiendo instituciones y ejerciendo el poder político, sino que sean las encargadas de visibilizar temas como el que hoy se ha descrito en estas líneas y continuar con la eliminación de asignar roles y etiquetas con base en el género.

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