En 1999 Amartya Sen fue cuestionado sobre el evento más importante del siglo XX. Después de dos guerras mundiales la respuesta parecía obligada. Sin embargo, el economista hindú explicó que el fenómeno más trascendente fue el arribo de la democracia como valor universal.

El Premio Nobel explicó que en esos cien años los principios de universalidad y autenticidad del sufragio se asumieron como derecho fundamental. Más importante, aunque seguían existiendo regímenes autoritarios, de manera generalizada se reconoció que este sistema enriquece la vida de las personas en términos de libertades, participación, aprendizaje mutuo y hasta posibilidades de desarrollo económico.

Las últimas décadas del siglo pasado eran el escenario ideal para la afirmación de Sen. Desde 1974 más de 60 países completaron sus transiciones a la democracia. Se trató de una tercera ola que puso en el contexto global los anhelos democratizadores y, por tanto, a la ciudadanía como centro de la toma de decisiones. En consecuencia, las instituciones electorales se hicieron robustas para poder procesar la objetivamente la competencia política y traducirla en representaciones populares legítimas.

A punto de finalizar el primer cuarto de este siglo, conviene preguntarse ¿siguen vigentes las condiciones que vio Sen? Una visión apresurada iría por la negativa: Freedom House reportó por 18º año consecutivo un declive mundial en el ejercicio de derechos en todo el planeta. La agencia plantea como un componente de esa disminución a los retrocesos que algunos países han visto en la calidad de sus comicios.

Frente a esa visión apresurada, es posible ofrecer una perspectiva más optimista. La adopción de la democracia como principio universal heredó un contingente mundial de instituciones y agencias preocupadas por discutir cómo mantenerla actualizada y vigente.

Por citar algunos ejemplos, el Consejo de Europa trajo a su mesa de debate los temas de financiamiento a campañas e inclusión como desafíos a resolver. En España, Canadá y Latinoamérica surgieron los temas de las autonomías. Nuestro subcontinente profundizó en las condiciones para mantener instituciones independientes y profesionales.

La discusión sigue vigente. Hace un par de semanas los países de la OCDE realizaron un foro global para discutir cómo recuperar la confianza para profundizar el desempeño de la democracia, tras un dato alarmante: 63% de la población de sus naciones expresó sentir que su opinión no es tomada en cuenta por sus gobiernos. Surgieron recomendaciones dirigidas al ámbito electoral, pero también a profundizar en otros mecanismos de participación en la gestión pública.

Es gratificante saber que, en México, desde los inicios de la transición, surgieron cuadros profesionales especializados en la materia electoral. Desde distintas disciplinas ese gremio discute periódicamente los temas de vanguardia y propone soluciones desde la academia, así como desde la administración y la impartición de justicia electorales.

Una muestra de ese compromiso son los Congresos anuales que organiza la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales, desde hace 35 ediciones.

Este año Toluca será sede de estas deliberaciones. Más de 250 especialistas discutirán del 19 al 22 de noviembre temas que requieren soluciones basadas en evidencia. Aspectos como la ciudadanía digital, la resiliencia democrática, el voto extraterritorial y la participación de las nuevas generaciones estarán a debate. La invitación está abierta para quienes se interesen en estos temas que competen a todas y todos los ciudadanos.

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