El cierre de cada año nos invita a reflexionar sobre la experiencia acumulada, los balances y el porvenir. El pasado 10 de diciembre culminamos 16 días de activismo, que iniciaron el 25 de noviembre, con miras a eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas.

En este sentido, es necesario preguntarnos: ¿qué tanto avanzamos durante este 2024 con ese propósito? ¿Cuánto nos falta para cerrar la brecha de género en nuestro país y en el mundo? Y ¿qué tan distantes nos encontramos de la igualdad sustantiva?

Tomando en consideración que el 10 de diciembre se conmemora el día de los Derechos Humanos, vale la pena recordar la obra de Norberto Bobbio, titulada El tiempo de los derechos donde advertía que “sin derechos humanos reconocidos y protegidos no hay democracia; sin democracia no existen las condiciones mínimas para la solución pacífica de los conflictos”. Si bien, la obra fue publicada en 1991, debemos cuestionarnos si éste, nuestro tiempo, es el tiempo de los derechos para todas las personas.

La igualdad sustantiva busca lograr que el acceso y ejercicio de los derechos humanos sea en condiciones de igualdad sin desdibujar nuestra pluralidad, entonces, para alcanzarla, es necesario un trabajo colectivo que involucre a todas las personas en nuestros múltiples y diversos espacios sociales. Implica hallar posibilidades en el ámbito jurídico, en las instituciones (del estado, la familia, la educación, la religión, etcétera), en los espacios públicos y privados, esto trae consigo analizar nuestro proceder en la cotidianeidad.

De acuerdo con los datos del Informe Feminicidios en 2023: Estimaciones mundiales de los feminicidios cometidos por parejas íntimas o familiares, elaborado por ONU Mujeres y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), cada día mueren, a nivel mundial, 140 mujeres y niñas a manos de su pareja o de un familiar cercano, de ahí la urgencia de trabajar los 365 días del año con acciones permanentes y constantes que se traduzcan en cambios socioculturales para propiciar que todos los espacios sean libres de violencia.

En este contexto, es necesario colocar como acción prioritaria la prevención de la violencia desde las infancias para generar un cambio sustantivo de paradigmas en donde las perspectivas de género, de derechos humanos y de interseccionalidad nos permitan cuestionar, resignificar y cambiar nuestros entornos. Esta propuesta podría impactar de manera significativa en la consolidación de una ciudadanía integral que cuide, defienda y exija la garantía y la materialización de sus derechos humanos, entre ellos, los político-electorales.

Desde el Instituto Electoral del Estado de México, estamos conscientes de este compromiso y de los desafíos que enfrentaremos en el 2025 de cara a la elección de personas juzgadoras. Seguiremos fomentando la cultura cívica y democrática así como la paridad en todo. Estas acciones son parte del compromiso para erradicar la violencia contra las niñas y las mujeres con el objetivo de seguir avanzando hacia la igualdad sustantiva. No podemos ni debemos bajar la guardia, seamos conscientes de la obligación y el derecho de mantener acciones continuas en cada uno de nuestros contextos.

Finalmente, en este escenario, sigue vigente una de las célebres afirmaciones de Pablo Freire: “La educación no cambia al mundo, cambia las personas que van a cambiar el mundo”. Continuemos educando en democracia y en una cultura de paz.


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