Hace algunos años conocí a un grupo de jóvenes entusiastas, hombres y mujeres valiosos, profesionales, profesionistas, pero, sobre todo, con un amor profundo por nuestro país.
A lo largo de más de 53 años, les han llamado de diferentes maneras: Instructores Comunitarios, Líderes para la Educación Comunitaria, Educadores Comunitarios, entre otros. Pero, honestamente, yo prefiero llamarles maestros rurales.
Ellos llegan al Consejo Nacional de Fomento Educativo para realizar un “servicio social”, pero la verdad es que ellos realizan una práctica docente frente a grupo, multicultural, multigrado y multinivel. Ellos eligen dar lo mejor que tienen a las niñas, niños, jóvenes y adolescentes de las comunidades rurales más alejadas y marginadas de nuestro país.
Sé perfectamente que ellos aspiran a mejores oportunidades, pues van en busca de una beca simbólica que CONAFE les proporciona para continuar sus estudios. Pero también sé que lo que buscan la mayoría es la experiencia frente a grupo para poder hacer su examen al USICAMM y buscar una plaza docente.
Sin embargo, desde la llegada del programa Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF), ellos se han sentido no valorados, ya que desde el inicio del programa había una diferencia en contra de los maestros rurales.
Los maestros rurales viven en las comunidades, duermen en las comunidades y son alimentados por las comunidades.
Cuando inició la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, el titular del programa Jóvenes Construyendo el Futuro era un mexiquense, texcocano, empático con la ciudadanía, y el Mtro. Horacio Duarte consideró apoyar a los maestros del CONAFE, permitiéndoles a muchos incorporarse a dicho programa. Con el pasar del tiempo, dejó de suceder, pero la diferencia económica incrementó.
Hace unos días, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), a través de su titular, Marath Bolaños López, hizo públicas las reglas de operación del programa Jóvenes Construyendo el Futuro para 2025, donde se anunció nuevamente un incremento muy importante en el programa de JCF durante 2025. Ahora se les otorgará un apoyo económico equivalente al salario mínimo vigente, que es de ocho mil 480 pesos, así como un seguro médico en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Sin embargo, los maestros de CONAFE reciben actualmente $4,600, ni siquiera el salario mínimo.
No sé si las gestiones para apoyar a los maestros del CONAFE no han sido suficientes o si, en realidad, todos piensan que no merecen un mayor apoyo económico. Sin embargo, sí sé que los maestros rurales son verdaderos transformadores del presente y del futuro de nuestro país. Han logrado que millones de niñas, niños, jóvenes y adolescentes tengan un mejor nivel de vida, mejores oportunidades laborales y de desarrollo personal y profesional.
Han logrado que generen un progreso para sus comunidades y, a su vez, que se logre el arraigo comunitario que está alineado a la Nueva Escuela Mexicana.
También sé que son los maestros rurales quienes han logrado que la Nueva Escuela Mexicana se materialice.
Pero sé que existe un grito desesperado y una deserción importante al ver que los beneficiarios de JCF reciben un mayor apoyo económico que los maestros rurales del CONAFE.
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