En un mundo donde la educación es la llave del desarrollo, garantizar que el conocimiento llegue a los rincones más alejados de nuestro país es una responsabilidad que no puede quedar en segundo plano.

En México, el Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) ha asumido esta misión, llevando educación inicial y básica a comunidades marginadas donde, de otra forma, no existiría acceso escolar, aunque detrás del impacto de este esfuerzo educativo hay un rostro mayoritariamente femenino: son las mujeres quienes lideran, enseñan y sostienen este sistema.

Más del 70% del personal educativo de CONAFE está compuesto por mujeres que se desempeñan como educadoras comunitarias, maestras rurales, asesoras técnicas pedagógicas y hasta psicólogas; apoyo de cientos y miles de familias.

Estas mujeres no solo imparten conocimientos, sino que también se convierten en referentes de cambio social, promoviendo la permanencia escolar y la igualdad de género en regiones donde históricamente las oportunidades educativas han sido limitadas.

A diario, estas educadoras recorren largas distancias y enfrentan condiciones difíciles, como caminos de difícil acceso y la falta de infraestructura básica, aunque su compromiso asegura que niñas y niños, jóvenes y adolescentes de las zonas más vulnerables tengan acceso a una educación de calidad.

El impacto de CONAFE va más allá del acceso a la educación básica. En comunidades donde este sistema opera, las tasas de abandono escolar han disminuido significativamente, con un aumento del 15% en la transición de los alumnos de primaria a secundaria en los últimos cinco años. Además, el modelo educativo del CONAFE impulsa el desarrollo personal y académico, logrando que muchos jóvenes continúen sus estudios en la preparatoria y tengan la posibilidad de acceder a la educación superior.

Valdría la pena ejemplificar un entorno global cada vez más competitivo, como lo demuestra Corea del Sur, donde la clave del desarrollo no está solo en la educación universitaria, sino en una formación básica sólida y extraordinaria.

Este país asiático invierte gran parte de sus esfuerzos en garantizar que la educación preescolar, primaria y secundaria sea de la más alta calidad, entendiendo que la ciencia y el conocimiento comienzan en las primeras etapas de la vida.

En México, persiste la noción de que la ciencia se hace únicamente en las universidades, pero es en la educación básica donde se forjan las primeras habilidades científicas. CONAFE demuestra que, con recursos adecuados y un enfoque educativo adecuado, es posible despertar en los estudiantes el interés por la investigación, la experimentación y el aprendizaje crítico desde edades tempranas.

El reto es construir un sistema educativo que prepare a las niñas y los niños, jóvenes y adolescentes, no solo para ingresar a la universidad, sino para ser competitivos en todas las etapas de su formación.

El camino hacia un México más justo e inclusivo pasa por garantizar que la educación llegue a cada rincón del país, sin importar las barreras geográficas o socioeconómicas. CONAFE no solo ha asumido este reto, sino que ha demostrado que, con compromiso y liderazgo femenino, es posible transformar vidas y comunidades enteras.

Las mujeres de CONAFE no solo construyen aulas; construyen futuros. Fortalecer su labor es esencial para garantizar que ningún niño ni joven quede fuera del sistema educativo. Si aspiramos a ser un país competitivo en el contexto global, debemos comenzar por asegurar que cada estudiante, sin importar dónde vivan, tengan acceso a una educación extraordinaria desde la infancia. Porque la educación básica es el cimiento sobre el cual se construye un futuro competitivo, innovador y próspero.

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