A lo largo de mi vida, me he considerado afortunada por ser mujer, por estar viva y por haber enfrentado situaciones adversas que, pese a todo, me han permitido valorar aún más mi existencia.

Sé lo que significa ser violentada por un hombre, la impotencia, la desesperación y el dolor que deja en el cuerpo y en el alma. También conozco la violencia ejercida por una mujer, que, aunque diferente, puede ser igual de hiriente. La agresión entre nosotras no solo duele, también traiciona, porque esperamos solidaridad y apoyo, pero muchas veces encontramos lo contrario. Sin embargo, ninguna de esas experiencias se compara con el horror que enfrentan las mujeres que han sido violadas.

Puedo suponer el inmenso dolor de perder a una hija o un hijo, de ver cómo son arrebatados de nuestras manos y de nuestras vidas. Imagino la angustia de reconocer, en una transmisión en vivo, más de 400 pares de zapatos—tenis, sandalias, botas, zapatillas y zapatos de vestir—junto con ropa y pertenencias personales: maletas, mochilas de distintos tamaños y colores, artículos de aseo, libretas, libros, llaveros, fotografías, medicamentos y carteras. Pensar que uno de esos objetos pudo haber pertenecido a alguien que conoces es desgarrador.

Las transmisiones en vivo nos muestran la incansable labor de los colectivos de búsqueda, donde cientos de familias se unen con la esperanza de encontrar a sus seres queridos. De repente, aparecen pertenencias que identifican, que reconocen. Es un acto de solidaridad, pero también de valentía y desesperación. En esos momentos, lo único que quieres es encontrar a tu familia con vida.

Esta lucha desenfrenada por la supervivencia, esta guerra contra el narcotráfico iniciada por Felipe Calderón se ha convertido en un conflicto sin salida.

Hoy, bajo el liderazgo de nuestra presidenta Claudia Sheinbaum, se ha dado un paso inédito: una asamblea informativa en la que, por primera vez, se han sumado gobernadores de la oposición y ciudadanos simpatizantes de partidos adversarios. Aunque el tema principal fue la negociación de los aranceles, también se abordaron estrategias clave para erradicar el consumo de drogas, que muchas veces sirven como puerta de entrada a los actos más atroces, como las cientos de personas calcinadas y enterradas en fosas clandestinas.

La búsqueda de justicia y seguridad no debería ser una batalla solitaria. Es un clamor colectivo que exige respuestas y, sobre todo, soluciones reales.

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