Hace un par de semanas, en esta colaboración semanal, señalé la importancia de las palabras en las políticas públicas. A partir de distintos comentarios recibidos al respecto, ahondaré un poco más en esta temática.

Como es sabido, el ejercicio público recae, fundamentalmente, en la manera en la que se comunica, se establecen argumentos y se construyen narrativas. La comunicación puede apoyarse en herramientas de persuasión, pero también de comunicación no verbal. En este sentido, algunos estudios recopilados en el Libro “Lenguaje sin Palabras” de Bárbara Tijerina, señalan que el lenguaje corporal llega a transmitir hasta 55% de la comunicación personal. Es decir, nuestra postura, nuestros gestos, ademanes y expresiones podrían transmitir más da mitad de las ideas que buscamos transferir. Algunos elementos a resaltar sobre la importancia de los movimientos del cuerpo son los siguientes:

I. Rostro. Todos hemos experimentado la desconfianza que genera una sonrisa fingida o exagerada, provocan de inmediato escepticismo en quien la recibe. Por otro lado, aspectos como el mentón, podrían transmitir prepotencia al mostrarse levantado y resultar hasta retador para quien lo observa. En el mismo sentido, cejas levantadas transmiten sorpresa y alegría, mientras que cejas contraídas reflejan molestia, tristeza o incomodidad.

II. Manos. Las manos usualmente son un reflejo, a veces involuntario, de lo que estamos pensando y de la manera en la que buscamos enfatizar una idea. Es ampliamente conocido que el movimiento de manos mientras habla puede convertirse en la mejor herramienta para comunicar de manera efectiva, visualizar un elemento y, sobre todo, enfatizar las ideas o conceptos que interesa remarcar. Por otro lado, la colocación de las manos dentro de los bolsillos, transmite la idea de ocultar algo o mostrar desinterés en una comunicación; poco control de las manos, movimientos incesantes y retraídos son una señal inequívoca de inquietud o ansiedad.

III. Voz. Sin duda, la voz se vuelve el medio a través del que hacemos llegar nuestras ideas a otras personas. Una voz apresurada, temblorosa y entrecortada, es evidente que transmite nerviosismo e inseguridad. En el mismo sentido, el volumen es un elemento que puede mostrar autoridad, imposición y determinación en las ideas que se plantean. El énfasis en las palabras se vuelve el detonador de la comprensión o la recepción de conceptos; no es un secreto que la misma palabra, presentada con distinta entonación, cambia diametralmente su significado, intencionalidad o propósito.

Sin duda, estos elementos son reforzadores de las ideas y las narrativas que se buscan posicionar y plantear en el ámbito de lo público. En ocasiones se puede abusar de su utilidad y dejar de lado el corazón de la comunicación que son las ideas y los argumentos, su sensatez, oportunidad y veracidad. Es muy importante conocer estos puntos que abonan a la persuasión y convencimiento.

Los actores en el ámbito público buscan sistemáticamente identificar cómo potenciar sus narrativas; para ello, la comunicación no verbal se vuelve un instrumento favorecedor. Sin embargo, ninguno de estos elementos, por sí solo, sustituirá al conocimiento empírico, a la empatía y, sobre todo, al conocimiento y reconocimiento del público al que se está dirigiendo la comunicación. Distintos grupos o comunidades, han mostrado, históricamente, que las mejores narrativas, sin el comunicador adecuado, terminarán, irremediablemente en el olvido o incluso el repudio social.

Bernardo J. Almaraz C.

Académico

@BAlmarazC

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