El proceso de renovación universitaria ha comenzado. Una institución con casi doscientos años de historia y una comunidad cercana a las 100,000 personas. Además, es un espacio de conocimiento, cohesión social y transformación en todas las regiones del Estado de México.

Dicho proceso será muy intenso y permitirá la expresión, la confrontación de ideas, de perfiles y de trayectorias. En este sentido, la comunidad universitaria no puede perder de vista que los próximos dos meses deben ser para construir una universidad más fuerte y con mayor incidencia social.

Dentro de este contexto, es imperativo que la comunidad asuma con responsabilidad y madurez el proceso para que no se afecte a ninguna de las personas contendientes ni a la institución. Es por ello que planteo que tanto las comunidades del estudiantado, profesorado y personas trabajadoras, como las distintas candidaturas y proyectos, consideren tres principios elementales.

I. Dignidad. Todas las personas universitarias aportan a la construcción de conocimiento, a reconocernos mejor como sociedad y a proponer estrategias de atención a nuestras problemáticas comunes. En este sentido, la guerra sucia, el desprestigio y la falta de comprensión de quiénes integran la comunidad universitaria son el enemigo a vencer. La comunidad universitaria merece respeto a su condición; no se le puede considerar en esquemas obsoletos de movilización y manipulación.

II. Ideas. Lo que debe privar en este proyecto son las ideas: ideas de vanguardia, novedosas, asequibles y de bienestar colectivo. La idea de la universidad es encontrar espacios para el diálogo y el debate, siempre en entornos de respeto y prudencia. La universidad debe ser un motor de soluciones creativas, de promoción de valores y de impulso del cambio. Este proceso es la oportunidad para presentar, proponer y plantear ideas para mejorar a esta casa de estudios.

III. Reconocimiento. Este elemento va en dos vías: el reconocimiento de la propia institución como un mismo espacio, es decir, que se genere una identidad común entre los distintos espacios universitarios, y que, a la vez, quienes aspiren a encabezar la institución reconozcan las áreas de oportunidad y fortalecimiento que toda institución pública tiene. Que se conozca y reconozca la importancia de los ejes rectores: autonomía, consciencia universal humanista, convivencia humana, libertad de cátedra y de investigación, libre examen y discusión de las ideas, análisis crítico, compromiso y solidaridad social.

Lo más importante será, sin duda, que la universidad logre una transición ordenada en la que se promueva la inclusión y la participación de sus integrantes. Un proceso en el que trasciendan la dignidad universitaria, las ideas transformadoras y el reconocimiento para el respeto de todas las personas que la integramos.

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