El inicio del nuevo gobierno del presidente norteamericano ha estado marcado por una serie de alertas y acciones que han puesto en jaque a la política internacional. El caso más evidente ha sido la relación con México y Canadá, pero el acercamiento a Rusia ha hecho que la mayoría de los países europeos levanten la ceja frente a este hecho.
No obstante, el poder que se ejerce en el vecino del norte está sustentado en el respaldo popular. Una reciente encuesta publicada en el diario Washington Post pone de manifiesto la suspicacia que empieza a generarse en la sociedad norteamericana sobre las decisiones de su mandatario.
I. Un 57% señala que el presidente se ha extralimitado en sus decisiones. Las redadas generadas por agentes migratorios, el miedo social hacia la población inmigrante, así como las amenazas constantes sobre la imposición de aranceles y fracturas en las cadenas productivas, claramente han hecho que algunos sectores estadounidenses comiencen a mostrar preocupación por el radicalismo mostrado en estas primeras semanas de gobierno.
II. Un 84% manifiesta su confianza en los contrapesos institucionales. Con una abrumadora mayoría, los ciudadanos norteamericanos expresan que el presidente Trump debe acatar los fallos que generen los tribunales federales en torno a decisiones que pudieran resultar violatorias de la ley. Es decir, a pesar de que se ha declarado que frente a determinaciones del poder judicial podría considerar no atenderlos, la fortaleza institucional será una contención inequívoca para las acciones presidenciales que están por venir.
III. Un 45% de aprobación general sobre su gobierno. En este punto, vale la pena notar que este porcentaje se refiere a la población general. Sin embargo, si se observa sólo a aquellos que se consideran republicanos, un 88% respalda su gestión. Es decir, claramente Trump está gobernando para atender las demandas y expectativas de este sector de la población. El caso de la migración es un ejemplo de lo polarizada que está la población, pues existe una ventaja marginal de aprobación, 50%, respecto al rechazo de sus políticas en esta materia, que representan el 48%. No obstante, la migración arroja mejores resultados al desempeño gubernamental, donde el manejo de la economía y la operación del gobierno federal obtienen menores porcentajes de apoyo, con 45% y 44% respectivamente.
Lo anterior da señales de la lógica estratégica que sigue el nuevo gobierno norteamericano. Es evidente que está atendiendo las demandas de su electorado más duro para afianzarlo y mantenerlo contento. Por otro lado, las personas consideradas independientes, que no simpatizan ni con republicanos ni con demócratas, no están mostrando apoyo decidido a la administración Trump, pues una mayoría del 58% declara su desaprobación sobre la manera de gobernar. Allí deberían prenderse alertas; el núcleo duro es necesario, pero no suficiente para mantenerse en el poder. Si las acciones emprendidas en el arranque no se reflejan en beneficios tangibles y reales prontamente, comenzarán a perder credibilidad y se volverán en contra del ala republicana.
A pesar del amplio respaldo electoral que el presidente obtuvo en noviembre pasado, no debería dejarse de lado que, en contextos de instituciones políticas inclusivas, el respaldo no es para siempre.
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