En días recientes estuvo en México la directora del Instituto de Innovación y Utilidad Pública de la University College London, la doctora Mariana Mazzucato. Pocas figuras de la academia generan la expectativa y el interés que despertó esta economista italiana.
Entre sus actividades en el país, destaca, por supuesto, el encuentro con la Presidenta Sheinbaum, así como con el Secretario de Economía y las Secretarías de Medio Ambiente y de la naciente dependencia de Ciencia, Humanidades, Tecnología e innovación. Lo anterior, aunado a su Conferencia Magistral en Ciudad Universitaria donde tuvo como comentaristas al Rector de la UNAM y a la Secretaría de Energía.
Resulta sorprendente que, en una visita de menos de una semana, esta académica haya convocado a tan relevantes personalidades de la vida pública de este país. ¿Qué plantea, qué propone, cuáles son sus postulados y afirmaciones que provoca que los principales tomadores de decisiones, literalmente, se disputen su apretada agenda para reunirse con ella?
Para responder a dichas cuestiones, retomo algunos fraseos de su libro The Entrepreneurial State, que, sin duda, debieron llamar la atención de quienes encabezan el autollamado segundo piso de la transformación.
I) Convicción de que el Estado como inversor de primera instancia es un factor clave del crecimiento. Esta nueva forma de entender al estado alinea incentivos junto con el sector privado para atender problemáticas actuales como el cambio climático, el mejoramiento de la salud pública o la configuración de la era digital.
II) Apostar a la Innovación. Aunque la innovación no es la principal función del Estado, es quizá la manera más efectiva de defender su existencia y su tamaño de un modo proactivo. Cambiar la forma en que hablamos del Estado no consiste únicamente en variar la retórica, se trata de modificar lo que pensamos sobre el Estado, su función y su estructura.
III) El crecimiento necesita financiamiento. Las variables más importantes para el crecimiento, educación e Investigación y Desarrollo (i+D), son caras y requieren la intervención del Estado como principal impulsor de la economía del conocimiento, en vez de limitarse al papel de mediador.
Resulta interesante su lectura, y por demás coincidente con muchos de los postulados del gobierno actual. Sin embargo, la lectura de Mazzucato no debiera dejar de lado algunas consideraciones y llamados que, en sus propios escritos, realiza y que podrían dotar de una nueva perspectiva a quienes encabezan la administración pública. Destaco, no de manera limitativa, los siguientes dos elementos:
A) Generar valor público. Para los gobiernos de izquierda, resulta más popular invertir en instituciones del Estado de bienestar que en áreas que incrementen la productividad social.
Sin embargo, las instituciones del Estado de bienestar no pueden sobrevivir sin el respaldo de una economía productiva que genere beneficios y los ingresos fiscales necesarios para financiar dichas prestaciones sociales.
B) Ver el bosque, no sólo el árbol. A pesar de que las políticas redistributivas son fundamentales para garantizar que los resultados del crecimiento económico sean justos, no generan crecimiento por sí mismas. La desigualdad puede dañar el crecimiento, pero la igualdad no lo fomenta por sí misma.
Si la atención que ha generado la Dra. Mazzucato en una nueva perspectiva de crecimiento y desarrollo social es integral, no habría duda de que la agenda nacional debería enfocarse en la creación de riqueza, basada en el conocimiento, y en la capacidad de distribuirla equitativamente. La buena noticia es que las habilidades necesarias para lograrlo han sido ampliamente estudiadas: apuesta por la innovación pública, gestión estratégica con claridad en los resultados, capacidad para implementar cambios organizacionales, determinación de incidencia práctica y una rápida identificación de fallas de implementación para realizar ajustes. La mala noticia es que estas habilidades no surgen de manera automática, necesitan construirse.
Bernardo J. Almaraz C.
@BAlmarazC
