Uno de los trabajos más reconocidos y citados dentro del área de políticas públicas es “La Ciencia de salir del paso” ('The Science of Muddling Through, 1954), de Charles Lindblom. En este artículo, el autor propone una aproximación menos rimbombante y más real sobre lo que sí puede lograr y alcanzar la política pública.

A pesar de que fue publicado hace ya más de 70 años, este artículo sigue siendo vigente por la claridad con la que propone el análisis y los límites de la acción gubernamental. En este sentido, presento algunos puntos interesantes para considerar.

I. Los problemas públicos son problemas complejos. Los problemas públicos no son de una sola causa. Dependiendo la aproximación, la perspectiva, e incluso de las posibles soluciones, es que se encuentra la lógica causal que busca explicar dicho problema. No obstante, la complejidad que es intrínseca a lo social provoca que soluciones poco estructuradas y con alcance general, se conviertan en acciones con efecto limitado y, hasta en ocasiones, limitados.

II. Los problemas públicos siempre enfrentan restricciones. Las acciones públicas se generan siempre en contextos de limitaciones. La solución “ideal”, debe considerar lo asequible, lo permitido y lo que está al alcance de los recursos económicos disponibles. Además, debe decidirse, planearse e implementarse considerando que el tiempo se convierte en una limitante adicional. La urgencia en la que lo público debe atenderse, hace que el tiempo y los resultados se vuelvan una clave en la presentación de soluciones públicas.

III. La acción pública tiene funciones y limitaciones. Por su propia definición, alcance y capacidades, la administración pública concentra su atención en relativamente pocos valores y pocas políticas entre el inmenso número de opciones que podrían existir para la atención y resolución de dichas temáticas.

Esta perspectiva deja como enseñanza que las acciones podrían basarse en un modelo de comparación sucesiva, en la que los ajustes se realicen de manera gradual y compensatoria. Apelar a la sensatez en la acción pública, es un acto de responsabilidad. Grandes acciones públicas, podrían generar grandes errores o fallas. La implicación de ello podría tener afectaciones directas a la sociedad.

Este llamado a la prudencia es uno de los principales puntos que generó Lindblom desde su artículo. Por ello, la relevancia y vigencia que el artículo sigue manteniendo. Con su claridad, la discusión académica sobre qué sí pueden alcanzar las acciones públicas se redefinió y tomó una nueva perspectiva.

Quienes están al frente de las decisiones públicas pueden regresar en todo momento a encontrar este llamado académico a pensar de manera práctica, a entender que la “mejor” solución es, en muchas de las ocasiones, una utopía. Tendrán una mayor posibilidad de atajar problemáticas con planteamientos acotados y focalizados, que seguir pensando en soluciones totalizadoras y que pretenden resolver de una vez y para siempre la problemática social.

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