El pasado 1º de noviembre el Poder Legislativo recibió, por parte de la Titular del Poder Ejecutivo, una iniciativa de reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal. Entre sus principales alcances se encuentra la reorganización de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, el cambio de la Secretaría de la Función Pública a Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno, la creación de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones, así como de las Secretarías de las Mujeres y de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación.

Esta última, la Secretaria de Ciencias ha despertado importantes expectativas sobre todo en la comunidad académica y científica del país. Después de un sexenio polémico con el sector, esta iniciativa abre la posibilidad de una mejor colaboración y de un mayor refuerzo a la labor académica y científica en el país. De una revisión de la iniciativa, resultan interesante resaltar los siguientes elementos:

I. La claridad en el diseño y ejecución de política pública. De manera muy clara, la iniciativa establece que la rectoría de la política de ciencias, humanidades, tecnologías e innovación recae en la nueva Secretaría. En la iniciativa también se reforman varios artículos para que todo lo relacionado con investigación y desarrollo tecnológico de las dependencias federales, lo realicen en coordinación con la nueva dependencia, con lo que se apuesta a una lógica de orden y coordinación para el impulso del trabajo científico aplicado a la solución de problemáticas sociales. También se establece que será a partir de esta Secretaría de Ciencias que se podrán concretar esquemas de financiamiento y subvenciones para que el sector privado se involucre en el impulso a la investigación, así como las transferencias tecnológicas, patentamiento y emprendimientos con base tecnológico. Es decir, hay una apertura a la colaboración y promoción del sector, con quien así lo desee, sin una descalificación por adelantado a su participación.

II. Participación e intervención en programas de educación superior. A diferencia de su antecesor, la Secretaría de Ciencias abordará no sólo los estudios avanzados y de posgrado, sino tendrá una injerencia en la formación de estudios superiores. Así, tendrá bajo su responsabilidad el crecimiento y consolidación de las Universidades Rosario Castellanos y de la Salud (UNISA), como Universidades Nacionales. La Universidad Rosario Castellanos actualmente cuenta con una oferta de 16 licenciaturas presenciales, híbridas y a distancia, buscando flexibilizar la posibilidad de cursar una carrera de este nivel. Por su parte, la Universidad de la Salud, cuenta con 2 licenciaturas, en medicina y enfermería, además de 4 posgrados. Esto cobra relevancia porque uno de los principales anuncios de la nueva administración federal es la creación de 330 mil nuevos espacios para estudiantes de licenciatura; de los cuales, el 53% recaerá en las Universidades bajo responsabilidad de la Secretaría de Ciencias, de ese tamaño será la relevancia de esta institución en el sistema de educación superior del país.

III. El transitorio segundo. Al final de la iniciativa, en los transitorios, se establece que habrá una nueva disposición que sustituya a la tan polémica Ley General en materia de Humanidades, Ciencias y Tecnologías. Es una extraordinaria oportunidad para construir un diálogo mucho más amplio, en el que la corresponsabilidad y el involucramiento de los actores del sector sea reconocido y respetado. Es una posibilidad de lograr una participación inclusiva de universidades estatales, las cuales son muy relevantes en el trabajo científico y académico en las entidades federativas, así como de las comunidades tecnológicas de las distintas regiones del país. La comunidad académica está ávida de participar y colaborar en la consolidación de esta nueva Secretaría. El sólo hecho de su creación, es un guiño de la presidenta para con la comunidad, una señal de la importancia y relevancia que para ella tiene la Ciencia, como eje central, de la acción de gobierno.

La creación de la Secretaría de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación será la pauta para dinamizar esta materia en todo el país. Los estados no podrán quedarse atrás y deberán impulsar a su interior el fortalecimiento de sus consejos estatales de ciencia, con lo que podrán desprenderse, en la mayoría de los casos, de rutinas burocráticas que los ralentizan al estar subsumidos en dependencias con otras agendas y prioridades.

Para las Universidades Públicas es un llamado a identificar estas prioridades y tratar de concretar proyectos para los cuales se habrá de destinar importantes recursos. Al Estado de México le vendría muy bien que, ya sea dentro del Subsistema Estatal de Educación Superior o dentro de la Universidad Autónoma estatal, se atraigan algunas de las nuevas posibilidades para espacios académicos que permitan atemperar el déficit de lugares para la juventud mexiquense. Ojalá no dejemos perder esta oportunidad.

Bernardo J. Almaraz C.

Académico

@BAlmarazC

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