El próximo miércoles 30 de abril concluirán las jornadas de promoción de las aspirantes a ocupar la Rectoría de la Universidad Autónoma del Estado de México. Mucho se ha escrito alrededor del proceso. Más allá de la discusión coyuntural o específica sobre quién es la mejor aspirante, es momento de invitar a la reflexión sobre qué riesgos enfrentará la Máxima Casa de Estudios mexiquense a partir del próximo 15 de mayo.

El miércoles 14 de mayo el Consejo Universitario tomará una decisión y ahí concluirá el proceso de sucesión en la Universidad auriverde. Ese día, los 110 representantes de la comunidad universitaria, se reunirán, propondrán qué aspirantes se convertirán en candidatas e iniciarán la votación correspondiente. En rotas sucesivas se irán descartando perfiles, hasta que alguna de ellas obtenga la mayoría simple.

Este proceso, que realmente nunca ha operado en la realidad, desembocará en la elección de la primera rectora de la UAEMéx. Planteo tres elementos que debieran ser revisados y analizados por todas las aspirantes a efecto de contar con un arranque de administración con estabilidad.

I. Continuidad institucional. El semestre estará en la recta final. Tanto en la escuela preparatoria, como en la mayoría de las licenciaturas, el periodo de primavera incluye la graduación de un número importante de jóvenes estudiantes. Un atisbo, por menor que sea, que ponga en riesgo la conclusión ordenada del semestre, tendrá efectos devastadores para el estudiantado que está por concluir sus estudios.

II. Gobernanza interna. El proceso ha sido notoriamente intenso. A pesar de los llamados a la cordura y la unidad de algunas de las aspirantes, los equipos han intensificado los ataques y la guerra sucia. Estas afectaciones y agravios conforme más se incrementen, más tiempo y atención requerirán para resolverse. Desafortunadamente la expectativa es que esto se incremente considerablemente en los próximos días.

III. Legitimidad universitaria. Un proceso tan largo, incluso más largo que las elecciones del poder judicial, generará una urgencia de lograr consensos y legitimidad auténtica. Dicha legitimidad debe sustentarse en un auténtico respaldo de la comunidad universitaria, de una trayectoria impecable, así como de una experiencia y reconocimiento académico, administrativo y directivo.

Una institución tan noble y de una condición transformadora se encuentra hoy en una bifurcación. Una ruta podría conducir a una espiral descendente que afectaría a miles de estudiantes, profesores y trabajadores. Pero además tendría efectos en la gobernabilidad de la entidad, pues al tener una presencia tan amplia, en prácticamente todas las regiones de la entidad, una mala elección podría llevar a esta institución a una ruta de no retorno.

Sin embargo, hoy quisiera ser optimista. La universitaria, es una comunidad inteligente, crítica y reflexiva. En estos momentos decisivos, la fortaleza institucional será notoria. La investigación, la generación de conocimiento, los proyectos de incidencia social y su rol de dinamismo social, permitirá que la ruta elegida sea aquella que ofrezca viabilidad y estabilidad. La comunidad universitaria no se puede equivocar. Que así sea.

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