Nunca he cruzado a Estados Unidos. Nunca he tenido la intención de hacerlo, pero sí, estuve a un paso, cuando viví en Tijuana; ahí pude ver de cerca eso que llaman el suelo americano; ahí pude ver y vivir la llegada de deportados; ahí pude ver de cerca a cientos de personas vagando por las calles, esperando cruzar de nuevo. Tijuana, donde empieza la patria, donde se levanta un muro, donde hay huecos por donde mirar a la patrulla fronteriza. Tijuana, la frontera porosa por donde los sueños se filtran.

Hojeamos los periódicos; escuchamos podcast/noticieros; vemos en Instagram y TikTok videos sobre las deportaciones y las protestas contra éstas. Consignas; canciones; banderas, principalmente mexicanas, ondean por las calles de Chicago, Washington DC, El Paso. Entre los videos que aparecen en el feed, es posible apreciar algunas marchas y discursos de las naciones originarias del norte. Mientras vemos y escuchamos, quizá nos preguntemos cuáles son las historias que nos podrían contar todas las personas que se van, que no regresan... que hoy deportan.

Resulta indispensable hacer una pausa en nuestro cotidiano y reflexionar sobre lo que sucede con/en el suelo/sueño americano y acá en Oquetza hago lo propio al contarles la historia de Makina, una joven indígena, protagonista de la novela Señales que precederán el fin del mundo, de Yuri Herrera; texto donde se conjuga la cosmovisión mesoamericana con el proceso de migración. Makina debe emprender el viaje que transformará su existencia: su permanencia en los Estados Unidos.

5. Itzpapalotl. Makina llega al fin del mundo

Makina sabe que está lista, ya no hay vuelta atrás es el momento de descender por las escaleras hasta llegar al umbral de la puerta: donde se encontrará con "una mujer vieja y guapa, de larguísimas uñas blancas y rostro empolvado, que traía un prendedor en forma de mariposa deteniéndole los lienzos del vestido". Sí, después de mucho buscar, Makina llega al inframundo, al lugar de la renovación, donde un hombre de chamarra de piel holgada le entregará sus papeles, su identidad nueva; extiende la mano, los recibe; el mundo se acaba. La pregunta flota en el aire, ¿qué sucedió antes?, ¿cómo llega Makina a enfrentarse con Iztpapalotl, con la mujer de grandes uñas, la diosa con alas de mariposa, la que fue expulsada del Omeyocan por cortar las flores y es "condenada" a perturbar a los hombres; la diosa que habita el inframundo y concede fuerza a las mujeres para llegar a ser ancianas sabias; es ante todo la diosa del sacrificio, el sacrificio, el símbolo mesoamericano de la renovación.

Makina, la joven indígena, ha sido sacrificada, desollada; y al subir esas escaleras empezará a reconstruir su mundo, a vivir el proceso de reterritorialización. Todas las cosas que un día conoció se quedaron en silencio: el Pueblo, la Ciudadcita, el Gran Chilango, todo ha muerto junto con ella.

1. Makina, el Pueblo y la territorialidad

La territorialidad es una dimensión simbólica del territorio, es decir, el espacio de referencia para la construcción de identidades. En su pueblo, Makina hace de su cabina telefónica el punto de encuentro, pues ella es la traductora de los mundos sin cruzar las fronteras, es una suerte de Malintzin posmoderna, quien domina tres lenguas: a) la lengua, la indígena; b) la lengua latina, el español y c), para los que olvidan.

Resulta imperioso detenernos en la frase los que olvidan. Indiscutiblemente se refiere a lengua y por ende al mundo que crean esas palabras. Los que se fueron un día y se quedaron un poco más. Los migrantes que se quedaron varados en los Estados Unidos... los que encontrarán en ese espacio su nueva territorialidad y que quizá en este 2025 deban rebuscar una nueva identidad de este lado, el lado mexicano.

Podemos entender a Makina desde su ser puerta, pues es la que lleva y trae mensajes, sentimientos... mundos que convergen en los brazos de La Cora, su madre, quien le encomienda la tarea de experimentar en carne propia la migración.

Así, Makina se despide de La Cora, de su hermana, de su caseta telefónica, de El Pueblo para encaminarse a la Ciudadcita y comenzar con su misión: buscar al hermano, quien se fue en busca del padre y reclamar un territorio perdido. Ella "no quería quedarse por allá ni que le sucediera como a un amigo suyo que se mantuvo lejos demasiado tiempo y cuando volvió todo seguía igual pero ya todo era otra cosa, o todo era semejante pero no igual, su madre ya no era su madre..." La migración, es el movimiento que comienza con la idea de "abandonar" la tierra, continua con el adiós, los pasos se alargan hacia el tren, hacia el desierto, hacia el río... para después... llegar a sueño/suelo americano. Aun así, ella emprende el viaje sin imaginar que tendría un diálogo con Mictlantecuhtli, el dios de la muerte.

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