Durante mis primeros años de vida, mi padre solía llevarnos a Pátzcuaro cada 12 meses. Íbamos a visitar a la Virgen de la Salud; a conseguir jarabe de ajolote a un convento (yo siempre tenía tos y ese remedio me ayudaba bastante); a caminar por el centro; nos subíamos a una barca para llegar a la isla de Janitzio para tomarnos la foto oficial con Morelos; a comprar blusas o vestidos de manta con bellas flores multicolores bordadas. Los viajes cesaron. Después, ya casi adulta, fui con él de nuevo. Ya no visitamos a la Virgen, ni buscamos el jarabe (ahora debo vacunarme cada cierto tiempo, por aquello de las alergias); caminamos por el centro; ya no fuimos a Janitzio, pero sí me compré una bella blusa negra con motivos agrícolas bordados (mujeres sembrando, hombres cosechando, niños cuidando borregos). Ya no he vuelto desde entonces.
En cierto de momento, tuve que investigar sobre mitos de creación P’urhepecha y encontré el dato sobre Petatzecua: el lugar de asentamiento de las piedras que dieron cobijo al fuego nuevo. Este sitio es nada más y nada menos que el centro del Universo; el lugar donde los dioses se sentaron a escuchar su palabra para crear al ser humano. No está de más mencionar que Petatzecua no forma parte de la geografía sagrada, pues se cuenta que, en un principio, los dioses determinaron colocar las piedras en Pátzcuaro. Sí, el puntobjetivo de los viajes de mi niñez es nada y nada menos que el centro del Universo.
Varios son los documentos que hacen referencia al asentamiento de las piedras, por ejemplo, en el Chilam Balam de Chumayel podemos leer: “y fue creada la Piedra que fundó las piedras, las Tres Piedras que fueron a asentarse a los pies de la Sustinal Gracia“. En el Popo Vuh, solo se habla de que los dioses se pusieron de acuerdo para juntar su palabra y pensamiento. Quiero pensar que los dioses se encontraban sentados alrededor del fuego, para poder verse mientras toman acuerdo de ordenar el caos en un cosmos y que el ser humano pudiera nacer; y quiero pensar así porque en el mito mexica de la creación del Quinto Sol se cuenta que un gran fuego consume a Nanahuatzin para dar vida al sol.
Justo ahora, una amiga me invita a acampar para que platiquemos con/en el fuego sobre la creación de un proyecto.
Retomemos: en el centro del Universo encontramos las tres piedras que sostienen el fuego de la creación. Piedras que, como el Petatzecua, son tangibles/perceptibles en la constelación Mamalhuaztli, también conocida como el Cinturón de Orión o Los tres reyes magos.
P e t a t z e c u a s e e x p a n d e
no es un punto “fijo” en el cielo o en los mitos.
P e t a t z e c u a e s b a r r o / p i e d r a / m a d e r a
Si Petatzecua es las tres piedras que dan cobijo al fuego, con el cual se creará el cosmos, la tierra, el mar, las plantas y al ser humano, es posible afirmar que Petatzecua es el fogón que contiene el fuego nuevo, el fogón donde se cuecen las tortillas y los frijoles y las historias, como en la casa de mi abuelo, nos sentábamos a contarnos la vida y chistes.
Si Petatzecua es el fogón que contiene el fuego, es posible afirmar que Petatzecua es el molcajete donde doña Vale mezclaba los jitomates, con la cebolla y los chiles para la salsa, entonces, Petatzecua también es el metate donde mi tía Ethelvina molía todo lo necesario para preparar el mole de guajolote, el platillo especial para festejar el cumpleaños de mi abuelo.
Petatzecua e s e l c e n t r o d e l C o s m o s
E l c e n t r o d e l a c o c i n a
Por lo tanto, Petatzecua es la cocina y la cocina es el cosmos.
En mi vida, al menos hay dos Petatzecua: Pátzcuaro y la cocina grande de la casa de mi abuelo.
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