Durante mucho tiempo las mujeres fuimos anuladas. Nos hicieron creer que el curso de la humanidad era protagonizada por hombres. Hoy sabemos que las mujeres podemos ser presidentas. Presidenta con “a” al final…”. Fueron las palabras de Claudia Sheinbaum al rendir protesta ante el Congreso General.
Ver a tres mujeres como cabezas de los poderes de la Unión enchinó la piel: Ifigenia Martínez, una luchadora social y fundadora de la izquierda en México, del Legislativo. Norma Piña, una ministra valiente que enfrentó y luchó, hasta donde pudo, por la autonomía del Poder Judicial, presidenta de la Corte de Justicia de la Nación. Y ahora Claudia Sheinbaum, del Ejecutivo.
Foto histórica en el momento de la ascensión y asunción de Sheinbaum al máximo poder en México: la presidencia de México -porque Andrés Manuel López Obrador, con sus reformas, claramente regresó al presidencialismo-.
Con un atraso de medio siglo, desde que en América Latina tuvo a la primera mujer gobernando un país, hoy, con una oposición minimizada, y Claudia Sheinbaum cuestionada sobre su propia independencia, la llegada de la primera presidentA, representa un logro para la lucha feminista en México.
Fue hace 50 años (1974) cuando María Estela Martínez de Perón, conocida como Isabelita Perón, asumió la presidencia en Argentina. Y hace 64, Sirimavo Bandaranaike, de Sri Lanka, era reconocida como la primera mujer de la era moderna en ser jefa de gobierno de un país en el mundo.
La flamante mandataria nacional lanzó un discurso mesurado, nada rijoso. Sólo algunas menciones con los expresidentes Ernesto Zedillo (Por el tema de la reforma judicial) y Felipe Calderón. De este último se refirió a que “no habrá guerra contra el narco”. Sin embargo, no tocó el tema de la seguridad a fondo, lo que sería fundamental ante la situación que vive el país en varias zonas. Quizá no guerra, pero sí debe hablar de combate.
Estúpidamente, hay quienes cuestionan que si en su calidad de mujer podría resolver este problema. Nada tiene que demostrar, sólo actuar. Tampoco tocó otros temas como el feminismo, las madres buscadoras, crimen organizado y algunos otros, que se espera pronto los aborde. Hay la esperanza de que continuar con el Humanismo Mexicano no sea la misma política de su antecesor en estos asuntos, porque son muchas cosas que deben cambiar, como ella considere.
Claro, hizo un largo reconocimiento a López Obrador. Pero también dijo: “se retira de la vida pública como un demócrata y maderista para seguir luchando desde otra trinchera”. Si no es mi imaginación, parece que lo mandó a su r a n c h o.
No Sabemos, pero lo cierto es que Claudia Sheinbaum mostró sensatez, a su llegada a la sede, al saludar, incluso de beso, a la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, quien le correspondió. Piña había pasado largos momentos en medio de decenas de morenistas, petistas y pevemistas, a los que después su propia líder les dio una lección de cortesía política.