La estación del año más popular para subir al Everest (8,848 metros) es la primavera. La razón es que, durante mayo, se tiene registrado un periodo -que no rebasa las dos semanas-, en el cual los vientos superiores a los 320 kilómetros por hora y la temperatura que va de los -35° C en el día y cae hasta -60° C en las noches disminuyen un poco, por así decirlo.
Algo similar ocurre en noviembre. Pero al presentarse en pleno invierno, no es necesario analizar demasiado qué mes resulta ser la mejor opción.
Prueba de lo anterior es que, en los últimos años, durante la segunda quincena de mayo, se han llegado a otorgar hasta 400 permisos para las diferentes expediciones. El número de sherpas también ha crecido para poder atender las necesidades de las empresas locales que suministran servicios a sus clientes. Hacerlo de forma individual incluso, con la autorización debida, está prohibido.
Así que, dependiendo del paquete contratado, se puede tener acceso a un plan básico: alojamiento, alimentación y servicio de baño. Aunque también se puede pagar e incluir duchas calientes, energía eléctrica, telefonía, internet…hasta una sala para disfrutar de películas después de la cena. A eso, bien puede definírsele como turismo de montaña.
Lo anterior, explica perfectamente el fenómeno de masificación que padece el coloso del Himalaya. La saturación inicia desde el campamento base, que en realidad abarca dos zonas localizadas en las laderas norte (Tíbet) y sur (Nepal) del “techo del mundo”. Ambas, ubicadas a 5 mil 300 metros de altura aproximadamente, elevación muy cercana a la de nuestro volcán Iztaccíhuatl (5,230 metros).
Precisamente, en mayo de 2019, la fotografía de una aglomeración de más de 200 alpinistas intentando llegar a la cumbre del Everest, le dio la vuelta al mundo. La imagen reveló el riesgo aún mayor que enfrentan durante el tiempo que deben permanecer en la llamada “zona de la muerte” -que es la franja por encima de los 7,500 metros de altura, en la cual el organismo ya no se adapta-, para poder cumplir su meta.
Incluso, circuló también ampliamente el video del sorpresivo colapso de una arista o borde cercano a la cima, debido a la sobrecarga y que estuvo a punto de cobrar la vida de cuatro escaladores esperando turno para concluir su ascenso.
Si “el hombre es la medida de todas las cosas”, según la afirmación atribuida al filósofo Protágoras, valdría la pena cuestionarnos: ¿Qué representa conquistar actualmente el Everest? ¿Un instante para la posteridad? ¿Un simple sello en el pasaporte? Vaya dilema el nuestro.
Brújula.- Esta semana, le festejaron su cumpleaños a la segunda montaña más alta de México, el Popocatépetl (5,452 metros). El 12 de marzo, día de San Gregorio Magno, las comunidades próximas al volcán realizan procesiones hacia diferentes cerros aledaños -debido a las restricciones vigentes-, para acercarle ofrendas; dedicarle danzas que lo mantengan contento, así como rituales pidiendo que los favorezca con lluvia, buenas siembras y cosechas. Los científicos calculan que la edad de “Don Goyo” ronda el medio millón de años. ¡Ni hablar de soplarle a las velitas!
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