Esta semana, se dieron a conocer varias noticias relacionadas con el medio ambiente. Lo mismo autoridades, organizaciones civiles y académicos, quienes se pronunciaron por evaluar la incorporación del Valle de Toluca al programa Hoy No Circula; estrategias para proteger a los bosques mexiquenses frente a la sequía extrema que ya se asoma; mayor inversión para renovar equipos de monitoreo atmosférico, así como salvar al Nevado de Toluca del turismo masivo; ésta última, la de mayor interés para este espacio.
Lo señalamos apenas en la entrega del 11 de enero pasado, cuyo título determinaba una innegable encrucijada para el Xinantécatl: vigilar para preservar.
Pues bien, ¿cómo llegamos a esta situación? Recordemos que, nuestro emblemático volcán fue declarado “parque nacional” en 1936, por el entonces presidente Lázaro Cárdenas Del Río, hasta que, en el 2013, en el sexenio de Enrique Peña Nieto cambió a una “área protegida de flora y fauna”.
Aquella modificación generó descontento entre ciudadanos y organizaciones civiles por considerar que violaba tratados internacionales, en materia de conservación ambiental, dado que permitía la explotación comercial y turística de la zona.
Y ya ni hablar de los dos intentos absurdos ocurridos en 1996 y en el 2003 por convertir a la cuarta montaña más alta de México en un centro internacional de esquí con sus respectivos hoteles. Tales pretensiones sólo demuestran que, al momento de tomar decisiones, el factor económico ha sido antepuesto al de la protección.
Tratar de conciliar ambas posiciones, abiertamente encontradas, a lo largo del tiempo, ha colocado al Nevado de Toluca en un callejón sin salida, agudizado por los efectos del cambio climático; por tanto, su viabilidad depende de aceptar que no se le ha otorgado el tratamiento adecuado.
Lo cierto es que el cambio de estatus, lejos de beneficiarlo, lo ha perjudicado. Por un lado, el turismo masivo que lo ha devastado a falta de regulaciones apropiadas para su visita, y por el otro, la tala clandestina e inmoderada, que ha provocado la pérdida de más del 30 por ciento de su masa forestal. Urge pasar de las buenas intenciones y los múltiples diagnósticos. Es tiempo de definiciones.
Ahora que se ha puesto sobre la mesa, la posibilidad de “blindar” al Xinantécatl, mediante otra recategorización e incluso, se habla de la posibilidad de que, en coordinación con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, se establezcan nuevas denominaciones. La ruta parece haber sido trazada, ¿alcanzará el tiempo para recorrerla?
Basta recordar las palabras del sabio naturalista David Attenborough: “No podemos realmente amenazar a la Tierra. Siempre sobrevivirá. Lo que estamos amenazando es nuestra propia supervivencia”.
Brújula. En este repaso histórico, mención aparte merece el agrupamiento de la Policía de Alta Montaña y Agreste, perteneciente a la Secretaría de Seguridad mexiquense, que este año cumple una década de haber sido creado, con la encomienda de salvaguardar la vida de los visitantes en las montañas mexiquenses. Se trata de auténticos héroes de altura
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