Si bien nuestras montañas se pueden frecuentar durante todo el año, la llegada del invierno y las bajas temperaturas que le acompañan –lejos de desanimar a los visitantes–, incrementa el interés y la curiosidad por acudir a ellas, debido a la eventual presencia de nieve, particularmente en las cumbres más altas; otro factor adicional, sin duda, es la coincidencia con el periodo vacacional de fin de año.
Bajo esas circunstancias, las autoridades intensifican la difusión de medidas específicas para garantizar, tanto la seguridad de los paseantes como la preservación del entorno ecológico; probablemente, el Nevado de Toluca sea el caso más representativo de esta condición, puesto que ofrece un acceso sencillo y, al mismo tiempo, está clasificado desde 2013 como área de protección de flora y fauna.
Por ello, un grupo técnico integrado por personal de instancias federales, estatales y municipales dio a conocer una guía con los lineamientos y las restricciones establecidas para adentrarse en el también conocido Xinantécatl, cuya afluencia quizá sólo se compara a la del famoso Parque Nacional Izta-Popo; ambos casos, reitero, reflejan de la mejor manera el absurdo de vigilar a los visitantes para poder mantener protegidas a las montañas.
En realidad, se trata de una serie de pautas, en materia de preparación y protección, que van desde vestir ropa térmica y calzado adecuado para zona de montaña; incluir equipo básico (casco, botas, bastones, protección solar, agua) en caso de practicar senderismo o caminata, ya que es común ver gente con prendas deportivas y tenis que, simplemente, sigue a otros excursionistas pensando que también pueden hacerlo.
En cuanto a las restricciones, no se permite el ingreso de menores de 8 años, lactantes, adultos mayores o personas con discapacidad que requieran asistencia para movilidad; además, es muy importante que quienes padecen enfermedades como diabetes, hipertensión o afecciones cardíacas eviten los ascensos.
De igual forma, en caso de presentar dolor de cabeza, náuseas, dificultad para respirar o arritmia, que son síntomas claros de “mal de montaña”, se debe regresar inmediatamente al punto de partida y/o contactar a los cuerpos de emergencia.
Otra de las situaciones más habituales y peligrosas es abandonar las rutas marcadas y terminar por extraviarse, con el riesgo de prolongar su permanencia en un ambiente, cuyas bajas temperaturas pueden provocar hipotermia.
Asimismo, debe tomarse en cuenta que está prohibido también el ingreso de animales de compañía, drones, parapentes, papalotes, así como motocicletas o cuatrimotos. Obviamente, no debe dejarse basura, extraer flora o utilizar bicicletas fuera de las áreas establecidas.
Para tener una referencia más exacta de la cantidad de solicitudes de apoyo y atención de accidentes que pueden presentarse en zonas de montaña, basta revisar, por ejemplo, las estadísticas de la Policía de Alta Montaña y Agreste, agrupamiento adscrito a la Secretaría de Seguridad mexiquense, que durante el 2024 registró 186 reportes, nada más en el Nevado de Toluca.
A manera de reflexión final, recuerdo lo que decía el naturalista John Muir: “En cada paseo por la naturaleza, el hombre recibe mucho más de lo que busca”. Pues bien, este importante personaje, a quien se le recuerda también como uno de los pioneros en la creación de los parques nacionales, presagió nuestra triste realidad: vigilar para preservar.
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