El Día de la Mujer Emprendedora, celebrado cada 19 de noviembre, es una oportunidad para reflexionar sobre el papel transformador de las mujeres en la economía y la sociedad. Hoy en México, 4 de cada 10 mujeres desarrolla su vida laboral en un negocio propio. De estas, casi la mitad lo inician y operan desde sus hogares, y en el 80 por ciento de los casos se trata de negocios micro. Estas cifras reflejan una realidad innegable: las mujeres son el motor de muchas economías familiares y comunitarias.

Sin embargo, ser mujer emprendedora implica enfrentar desafíos únicos. A menudo debemos partirnos en mil pedazos: levantarnos temprano para atender a nuestras familias, preparar el desayuno, llevar a los niños a la escuela, organizar la comida y después iniciar nuestra jornada laboral. Todo esto mientras navegamos por un entorno empresarial lleno de estereotipos y barreras estructurales.

La frase de Winston Churchill, que compara a los empresarios con lobos, vacas o caballos, refleja bien estas realidades. Muchas veces, las mujeres somos vistas como lobos, percibidas como una amenaza que debe ser controlada en mercados tradicionalmente dominados por hombres. Otras veces, somos tratadas como vacas, explotadas y utilizadas sin reconocimiento ni retribución justa. Pero en realidad, las mujeres emprendedoras somos caballos: motores incansables que, con esfuerzo y determinación, tiran del carro del desarrollo económico y social.

El emprendimiento femenino no solo transforma vidas, sino que es clave para el desarrollo económico. Según la OCDE, eliminar las barreras que enfrentan las mujeres podría aumentar el PIB de México hasta en un 20 por ciento. Sin embargo, menos del 20 por ciento de las mujeres empresarias tiene acceso a financiamiento formal, y muchas carecen de formación en áreas como administración, digitalización y planeación estratégica. Esto limita su capacidad de consolidar sus negocios y competir en mercados cada vez más exigentes.

Es necesario un cambio estructural. Desde el Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias (CCME), hemos sido testigos de historias inspiradoras de mujeres que han superado barreras con determinación y creatividad. Por eso, trabajamos para promover iniciativas como la creación de programas de formación empresarial y alianzas entre el sector público y privado.

Estamos convencidas de que apoyar el emprendimiento femenino es una inversión que beneficia no solo a las mujeres, sino a toda la sociedad.

Además, hemos desarrollado el programa Fortaleza, diseñado para ayudar a las mujeres a estructurar sus negocios de manera sólida y sostenible. Este programa capacita a emprendedoras para convertir sus ideas en empresas formales y fortalecer a aquellas que ya operan, asegurando su crecimiento y participación efectiva en el mercado.

Este Día de la Mujer Emprendedora es una oportunidad para reflexionar sobre el camino recorrido y los retos pendientes. Nos invita a unir fuerzas como comunidad, entendiendo que no somos piezas aisladas, sino eslabones en una cadena que tira del carro hacia un futuro más equitativo y próspero. Hoy más que nunca, es crucial reconocer el papel transformador de las mujeres emprendedoras. Cada paso que damos no solo fortalece nuestras metas individuales, sino que inspira a futuras generaciones a soñar en grande y a transformar la realidad con talento, esfuerzo y resiliencia.

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