Hablar sobre la corrupción, así como los efectos negativos que genera y las aristas que posee es uno de los temas tabú a nivel global, así como en nuestro país debido a que en algún momento hemos estado cerca de este tema que no es exclusivo de ningún sector.

De acuerdo con el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), los actos relacionados con la corrupción pueden representar poco más del 5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Mientras que, de los aproximadamente 13 billones de dólares de gasto público mundial, hasta un 25 por ciento se pierde a causa de la corrupción.

Pero ¿cuál es el trasfondo de la corrupción? Por principio de cuentas, organizaciones como “Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad”, se han dado a la tarea de definir el concepto de corrupción y lo han descrito como el abuso de cualquier posición de poder, pública o privada, con el fin de generar un beneficio indebido a costa del bienestar colectivo o individual.

Un acto del que hasta un 14 por ciento de la población mexicana de 18 años y más fue víctima tan sólo durante 2023, esto de acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en correspondencia al 9 de diciembre, cuando se conmemora el Día Internacional contra la Corrupción.

Mientras que, al realizar una búsqueda de los tipos o niveles de corrupción existentes, encontramos diversos autores que proponen su propia clasificación. Por lo que en esta ocasión tomaremos como referencia la ofrecida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que la divide según el nivel de la administración y las formas en las que ocurre.

Para la OCDE, la corrupción política son actos cometidos por servidores públicos de alto nivel que están más preocupados por el beneficio personal y el poder que por el desarrollo de la sociedad. Mientras que la corrupción burocrática hace referencia a los actos que ocurren dentro de las administraciones centrales o locales.

Más aún, según el tipo de interacción, la corrupción puede ser conspirativa, es decir, aquella en la que ambas partes están involucradas y motivadas por mutuo acuerdo y conspiran para esconder el delito; mientras que la corrupción extorsiva ocurre cuando se obliga a que una de las partes realice un pago.

Sea cual sea su definición o clasificación, la presencia de la corrupción en las entrañas del sistema mexicano genera una crisis de representación en nuestro país de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C. (IMCO). Lo que da como resultado que el 91 por ciento de los mexicanos no logre confiar en los partidos políticos, hasta un 83 por ciento no confíe en la labor de los legisladores y que el 80 por ciento no alcance niveles de confianza sobre las instituciones del sistema judicial. Esto de acuerdo con cifras extraídas del Barómetro Global de la Corrupción de Transparencia Mexicana.

Mientras que al analizar los costos sociales que produce la corrupción, observamos que se puede destinar hasta un 14 por ciento del ingreso promedio anual de los hogares mexicanos a pagos extraoficiales. Y se observa una correlación positiva entre la corrupción y los niveles de violencia existentes. Esto en voz de Transparencia Mexicana y del Institute for Economics and Peace.

Tomando como base los datos proporcionados por el Estudio Nacional de Opinión Pública realizado de manera mensual por la organización “México Elige”, durante el mes de marzo del presente año, las y los mexicanos consideraron que la principal problemática del país es la corrupción. Seguido de temas como inseguridad, violencia, narcotráfico y salud.

Como se puede ver, la corrupción es un fenómeno que no se limita a México y abarca a todas las naciones del orbe, siendo corresponsable de los niveles de pobreza existente, obstaculizar el desarrollo y favorecer la salida de inversiones. Además de debilitar los sistemas judiciales y políticos de los países, por lo que su erradicación, sin duda alguna, puede beneficiar el bienestar de la población en el corto, mediano y largo plazo.

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