La historia de esta organización que se ha convertido en una amenaza de escala continental nace con un grupo de gente que no quería trabajar. Corría el año 2006 y se estaba construyendo una vía de ferrocarril en el estado venezolano de Aragua, donde, un grupo de trabajadores de esta construcción que estaban sindicados empezaron a cobrar sobornos y a repartir empleos; en pocas palabras, si querías trabajar en esta obra tenías que pasar por ellos. Algunos de los integrantes terminaron presos en la cárcel local la del Tocorón y desde ahí empezaron a formarse como una verdadera organización criminal.

De una manera muy rápida se hicieron del control de la prisión generando un autogobierno a tal grado que su poder rebaso los límites físicos de la prisión. El Tren de Aragua no se limita únicamente al tráfico de drogas, sino que también cometen delitos como el secuestro, extorsión, homicidios, entre otros. Generaron una red de alianzas con otras bandas y aniquilaron a las que no se plegaban a sus intereses. Mientras tanto, el régimen se alió con ellos. ¿y se sabe todo esto? Simple, no hay más que ver videos a través del internet de lo que se convirtió la cárcel de Tocorón. Primero les permitieron toda clase de privilegios desde conexión a internet de alta velocidad hasta poder tener armas hasta llegar al grado de tener un zoológico dentro de la prisión

En el año 2017, Tareck El Aissami, quien fuera en ese momento vicepresidente venezolano, echó mano del Tren de Aragua para reprimir unas protestas contra el régimen de Nicolás Maduro y ya para el año 2018, tenían a miles de miembros en la cárcel y a unos 200 en libertad, fue entonces cuando llegó el momento de la expansión internacional de la organización. Utilizándolo para expandir las operaciones del llamado Cartel de los Soles venezolano e incluso como equipos para la ubicación y “desaparición” de opositores en el exilio.

Fue en estos momentos donde Nicolás Maduro hizo una jugada brillante como estrategia para bajar la criminalidad es brillante (léase con ironía y una pizca de sarcasmo). En el año 2017 Venezuela era uno de los países más peligrosos del mundo con 89 homicidios por cada 100,000 habitantes. Desde entonces, la criminalidad en este país no ha dejado de bajar y no esto no ha sido gracias al trabajo policial, ha sido gracias a expulsar a los criminales a otros países. Tal y como lo hizo Fidel Castro en la llamada “Crisis de los Marielitos” de los años 80´s. Donde, aprovechando el éxodo de más de 125,000 cubanos

que salieron de Puerto Mariel iban “camuflados” cerca de 3,000 peligrosos delincuentes que, por motivos económicos, el régimen de Castro no podía mantener.

Regresando al tema del Tren de Aragua, en su expansión internacional también existió una expansión en cuanto a las actividades que realizan las cuales ya abarcan: extorsión (en sus modalidades: 1. pago de piso y 2. gota a gota), secuestro, robo, estafa, minería ilegal del oro, contrabando de chatarra, homicidios, sicariato, narcotráfico, lavado de dinero, trata de personas, pornografía infantil, tráfico de migrantes, y la venta de armas a otros grupos criminales de las regiones donde van irrumpiendo.

Algo que reconocer (léase con más sarcasmo) es una organización muy inclusiva, es decir, abraza la diversidad, ya que cuentan con muchísimas mujeres como líderes delincuenciales (“Pranes” como se les conoce a los mandos dentro de la organización), muchas de ellas son las que se encargan de las redes de prostitución y no tienen nada que ver con el estereotipo un líder o de una lideresa de una banda mafiosa. Son mujeres que en muchos casos son profesionistas o influencers con cierto poder económico y en algunos casos también político y/o social.

Los miembros del Tren de Aragua son como mucho, uno o 2 centenares en cada país, pero su furia criminal y la violencia de sus métodos está provocando que las sociedades de estos países no quieran más venezolanos, es decir, que no solamente espían secuestran o explotan a los venezolanos es que además les están dando una imagen terrible en el extranjero. El sentimiento antiinmigrante es cada vez más fuerte en toda Latinoamérica y se dirige principalmente a los venezolanos creando en muchas regiones un cierto sentimiento de xenofobia.

Actualmente, como ya se había explicado la expansión de esta organización ha sido de índole continental, teniendo actividades desde Alaska hasta la Patagonia Incluso volviéndose virales la toma de un edificio residencial en Aurora, Colorado y otro en Texas. Para las autoridades estadounidenses está claro que los miembros entraron al país camuflados como migrantes venezolanos asentándose en grandes ciudades con numerosa comunidad de habla hispana como Colorado, Texas, California, Nevada, Nueva York, Miami y Chicago, por mencionar solo algunas.

El gobierno de Joe Biden anunció una recompensa de 12,000,000 USD para quienes aporten información sobre el Tren del Aragua que conduzca a la detención o condena de 3 dirigentes de la organización delictiva (para ponerlo en contexto, por el líder del Cártel de Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho” se ofrecen 10,000,000 USD).

Como se puede ver, este fenómeno ya no es un problema de los venezolanos, es un problema regional. Esta mafia amparada por Nicolás Maduro se extendió de forma exponencial y que, bajo las condiciones políticas y sociales actuales de Venezuela, es posible prever que se extienda aún más con una nueva oleada migratoria que ya ha comenzado. No se trata solamente de los problemas que traen la llegada de más venezolanos a los países del continente, es que, con ellos, llegarán muchos más miembros de este Tren de Aragua.

¿Quién tiene el monopolio de la extorsión en su modalidad “gota a gota” en México? ¿Quién está ganando a base de violencia la ruta del tráfico de migrantes rumbo a Estados Unidos? ¿Tenemos un sistema de inteligencia policial que nos permita seguirle los pasos a este tipo de organizaciones? La verdad es que hay estados y municipios dentro de México que han tratado de generar bases de datos sobre pandillas, pero han sido esfuerzos aislados y sin la capacidad tecnológica de compartir la información con otras corporaciones y ni se diga con otras naciones y estamos en la era donde la necesidad de compartir información con nuestros operadores (policías preventivos y de investigación) así como corporaciones de otros países se vuelve el punto de inflexión para poder recuperar la paz y la seguridad en la región más allá de filias y fobias políticas.

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