Las democracias contemporáneas se construyeron bajo ciertos pilares que con el paso de las décadas hicieron creer a la humanidad que tal arreglo sería duradero y quizá inmovible. Pues bueno, su deterioro comenzó casi de la mano del agotamiento de tres factores centrales; desconfianza en la representación política; cambio generacional acompañado de bajas expectativas de futuro y más recientemente, con el fin del modelo neoliberal, el advenimiento de políticas anti globalistas, que lo mismo discurren entre los nuevos nacionalismos hasta la más reciente ruptura del orden económico mundial basado en el libre comercio, por nada más y nada menos que su principal impulsor.
El reto que propone Donald Trump al mundo va más allá de una simple provocación para lograr mejores negociaciones con sus pares. Sistemáticamente ha venido desarticulando los grandes arreglos construidos por décadas por sus antecesores, que van desde la cancelación de acuerdos internacionales hasta el retiro de apoyos económicos a organismos multilaterales, no sólo es la amenaza del resurgimiento del proteccionismo económico, se trata de la refuncionalización del modelo económico basado en los dos nuevos polos; EUA vs China.
El conflicto tiene diversas interpretaciones y para no detenerme en ellas, diré que es la combinación la que genera mayor confusión, pues la deuda externa del gobierno de Trump con sus nuevos adversarios es cierta, tanto como la derrota en la lucha por el control de la IA que también han ganado los segundos, que además amenazan con endurecer las respuestas contra las amenazas de Trump. Se advierte, por lo demás, dos modelos adversariales profundamente diferentes; por un lado la diplomacia China es milenaria, dogmática y hoy se encuentra en un momento inmejorable para redefinir sus relaciones con el mundo, con, en contra y a pesar de Donald Trump, que está librando la batalla que redefinirá sus posibilidades de reelección y más importante aún, el futuro inmediato de una nación que creció sin contrapesos la segunda mitad del siglo XX y que hoy puede perder una batalla definitiva.
Para México, este conflicto lo agarra mal colocado, pues las presiones por su déficit fiscal, su inminente recesión y los altos costos por mantener las ineficientes apuestas heredadas por AMLO (Pemex, CFE, Trenes, Aeroméxico y un largo etc.) provocan en el entorno de la presidenta Sheinbaum tensiones agravadas por la deslealtad de sus compañeros de partido que la retan constantemente en el plano político, mientras ella libra una batalla por mantener la confianza en los gobiernos emanados de la 4T. Todos los partidos en el poder se confrontan cuando los incentivos dejan de ser atractivos y a diferencia de su antecesor, Claudia Sheinbaum ha mostrado una enorme resiliencia y disciplina en su gobierno, sin embargo, las amenazas están ahí mostrando la vulnerabilidad de nuestro país en este conflicto exterior que podría generar lo que la oposición no ha podido ni podrá en el futuro inmediato; vulnerar el poder presidencial.
El segundo semestre del primer año de su gobierno marcará el destino de todo su sexenio. La combinación de un ambiente externo turbulento y los efectos mediáticos de la primera elección en el Poder Judicial exhibirá la gestión de actores políticos colocando a sus activos en una nueva distribución de cuotas y cuates. No será muy difícil que dicha información sea utilizada por los medios de comunicación para demostrar que esa medida fue un error.
En estos momentos las quejas públicas no le han hecho mayor daño al gobierno, pero en la medida que la recesión económica cause efectos en el empleo o que las sanciones económicas del gobierno de Donald Trump se vuelva una acción perniciosa a nuestra precaria microeconomía, la erosión política podría comenzar a pasar factura. El reto para este gobierno será mayúsculo en este año de fuertes presiones externas y no pocas indisciplinas políticas internas, en donde el liderazgo de nuestra presidenta podría justamente encontrar el punto de fuga para trascender como una gran gobernante. Como lo anoté en una colaboración previa, los liderazgos fuertes se cimentan en el adecuado manejo de las adversidades.
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