Hace un par de años, Pablo Stefanoni escribió un libro que les recomiendo: ¿La rebeldía se volvió derecha? (S. XXI Editores). El texto cobra relevancia con el arribo al poder de Donald Trump, pero también es objeto de análisis en el propio trabajo del autor, experto en temas latinoamericanos, quien ha sabido combinar la investigación científica con la pluma periodística.
En 2010, Stéphane Hessel escribió un libro llamado ¡Indignaos! que fue el retrato de una época caracterizada por las manifestaciones de los indignados, que eran progresistas. Diez años después, el manifiesto persiste, pero hoy lo encabeza la derecha, que se apropia de las banderas antisistema y anti status quo de la democracia directa. El tiempo dirá si se trata de un fenómeno pasajero o de un cambio de época, anota el autor, quien identifica personajes y acontecimientos que dan origen a su investigación. “Parte del terreno perdido –por el progresismo– en su capacidad de capitalizar la indignación social fue ganado por la derecha, que se muestra eficaz en un grado creciente para cuestionar al sistema”. En otras palabras, estamos ante derechas que le disputaron a la izquierda la capacidad de indignarse frente a la realidad y de proponer vías para transformarla.
Para confirmar las tesis del autor, podemos mencionar los triunfos de César Bernardo Arévalo en Guatemala, la ilegal reelección de Bukele en El Salvador, los triunfos de J. Milei en Argentina y de D. Trump en Estados Unidos, que parecen ser elementos suficientes para acreditar dicha argumentación. A lo anterior, hay que agregar los casos de Ecuador, donde, contra todos los pronósticos, ganó un líder empresarial, o en Uruguay, Perú y Brasil, donde los principales candidatos opositores al gobierno en turno provenían de las filas de la derecha. En fin, se trata de un fenómeno creciente, y la pregunta es inminente: ¿puede pasar lo mismo en México?
El triunfo de Morena en 2024 parece demostrar que “la oposición está ideológicamente derrotada”, exhibiendo al menos dos problemas notables. Por un lado, la proverbial ausencia en la formulación de cuadros altamente ideologizados y con experiencia de gobierno, una formación que constituye un lastre en todos los partidos de oposición, lo que hoy en día impide observar líderes con condiciones competitivas en los próximos años. De ahí que la ultraderecha comience a buscar aliados entre empresarios y líderes de opinión. Por otra parte, el otrora inexistente PRIAN vive una crisis severa que, lejos de arreglarse, parece aumentar conforme avanzan los resultados electorales de este año en Veracruz y Durango.
El primero lo gobierna Morena y el segundo el PRI, donde se elegirán 212 y 39 municipios, respectivamente. Las coaliciones que han competido por ambos bandos acusan fricciones y posibles fracturas que podrían provocar resultados sorpresivos. Estas elecciones locales ofrecen muchas pistas para el análisis.
El INE, por otra parte, ha recibido y avalado la intención de constituirse como partido político nacional “México Republicano”, una organización política con vínculos con la extrema derecha mexicana. Las organizaciones tienen hasta el 31 de enero para presentar sus solicitudes y organizar asambleas. El INE vigilará su cumplimiento y será en 2026 cuando se determine quién consigue el registro. Las elecciones intermedias serán en junio de 2027, por lo que la derecha tiene el reloj en contra si lo que busca es constituirse como una opción electoral en México.
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