El inédito proceso electoral que vive la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex) ha generado diversas polémicas entre una comunidad vibrante y cada vez más politizada. Lo que antes era una elección de notables con truculentas intervenciones del gobierno en turno, se ha tornado a una elección dramática en donde con frecuencia se pierden de vista los fenómenos más profundos e innovadores. Anotare solo tres: se trata de elegir a la primera rectora y esto sucede en el marco de la primera elección mediática en donde se hace público el perfil, sus ideas y hasta las campañas negras, como nunca antes; son seis candidatas y lo más probable es que el voto se fragmente, de tal forma que quien resulte ganadora enfrentará una universidad dividida; la comunidad universitaria es plural y profundamente receptiva, por eso, las visitas de las candidatas pueden hacerse con absoluta tranquilidad para escuchar las propuestas de las 6 candidatas, todas han podido hablar en todas partes. Si esto no es una elección democrática, no sé realmente qué esperan los opinólogos.

Norberto Bobbio, el prestigiado autor italiano, decía que: “la democracia perfecta no puede existir, o de hecho no ha existido nunca”. (Teoría general de la política; 1999, pág 375). Para una población cansada de la ilusión democrática con la que los textos académicos nos han formado, resulta muy difícil desprendernos del aparato teórico con el que hemos crecido. De ahí la eterna inconformidad con los procesos electivos, pero baste recordar que ninguna universidad prestigiada en el mundo, elige a sus rectores por “voto popular”, así es de que nuestro modelo, imperfecto y todo, nos ofrece una opción novedosa a través de las urnas electrónicas, que el pesimismo y la subcultura del fraude, nomás no termina de digerir, a pesar de ser un paso vanguardista.

El poder, desde la óptica de los realistas como Nicolás Maquiavelo, señala que: hay que preocuparse de cómo viven los hombres y no de cómo deberían de vivir, quién abandona el estudio de lo que se hace para indagar en lo que debería de hacerse, está preparando su ruina más que su preservación (El Príncipe). El poder tiene características intrínsecas y nadie está dispuesto a entregarlo, sin antes luchar por él, de ahí que resulte ingenuo suponer que no hay intereses en juego ni grupos enfrentados por su disputa y posesión. Sin embargo, es preferible el modelo que sigue la UAEMex hoy en día, que la cínica unción desde palacio de gobierno. A veces nos gusta ver más el bosque que el follaje.

Gane quien gane la elección será una mujer y solo por ese hecho toda la comunidad universitaria debería apostar por el cambio histórico que esto supone. Todas las candidatas son universitarias excepcionales y quien gane, tendrá que enfrentar retos inusuales, de ahí que la fragmentación del voto no debe traducirse en una confrontación que derive en heridas que no se curen en los cuatro años del próximo rectorado. A todas las aspirantes hay que pedirles prudencia en sus expresiones hacia sus propias contrincantes y profundidad en sus planteamientos, pues por el momento todas hablan de generalidades y sus equipos de campaña no han logrado permear propuestas concretas con un breve diagnóstico, una posición personal y una propuesta, como dictan los cánones de las campañas modernas. ¡¡No se les pide mucho, es lo mínimo que esperamos de ellas!!

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