Si usted piensa que el derecho es la herramienta favorita que tiene la política para resolver los conflictos entonces es muy probable que se encuentre desconcertado por la elección de jueces mediante el voto popular y en contra del modelo meritocrático que se sostuvo las últimas décadas. Resulta evidente que el poder judicial impulsa esta argumentación.
Sin embargo, para el realismo político fundado hace siglos por Maquiavelo, el producto final de la política es mantener el poder y bajo esta corriente los políticos pragmáticos orientan todo su esfuerzo en la obtención de los resultados deseados colocando los principios por debajo del fin, que es obtener o mantener el poder, de ahí que ni uno ni otro bando hayan encontrado un punto de consenso durante esta y discusión trascendental.
Con la visita de Jesús George Zamora, Consejero Jurídico del Gobierno del Estado en la LXII Legislatura, se anunció que la entidad haría las adecuaciones necesarias a la legislación para renovar jueces, magistrados y al propio presidente del Tribunal Superior de Justicia. El Diputado Francisco Vázquez líder de la mayoría parlamentaria dejó en claro que harían las reformas necesarias, para que todo opere dentro de los plazos que ya establece la reforma constitucional. Frente a esta realidad concreta, los aspirantes más visibles para ocupar la presidencia del TSJ tendrán que replantear sus estrategias.
Efectivamente, María del Refugio E. Rodríguez Colín, Héctor Macedo y Fernando Díaz, manifestaron abiertamente su interés en suceder a Ricardo Alfredo Sodi Cuellar, actual presidente del tribunal y férreo opositor a la Reforma Constitucional pero, que tendrá que acatar lo dispuesto desde el poder político.
De los interesados:
María Rodríguez es especialista en Derecho Procesal, Maestra en Derecho por la UAEMéx; cuenta con una trayectoria de 26 años como juzgadora, ha sido consejera de la Judicatura lo que le ha permitido conocer el Órgano de Gobierno, así como administración y disciplina de la propia institución. De ser electa sería la primera mujer presidenta electa del TSJ.
Héctor Macedo, por su parte, es producto de la cultura del esfuerzo y como él mismo lo anota: “yo jugaba canicas en el poder judicial cuando mi mamá era secretaria de juzgado”. Goza de una gran resiliencia y empatía con los trabajadores y el servicio judicial de carrera del que es producto. Ha venido construyendo sus aspiraciones, sigilosas pero firmes, desde hace meses.
Fernando Díaz, por su parte, fue formado por la élite priista y sí algo aprendió en su trayectoria fue de negociación y estrategia política. Cada quien, por su parte, avanza con méritos y apoyos invisibles pero reales.
Así como ellos y cualquier otro aspirante tendrán que someterse al ácido de la democracia y ganar primero su puesto y después, desde ahí, convencer a los nuevos magistrados electos para que los voten para la presidencia del consejo. Se trata, como se aprecia de un escenario inédito
Finalmente, es bien conocido el principio de que nunca hay que pelearse con la realidad, y en este sentido la realidad concreta es que Morena posee las herramientas suficientes para lograr su cometido, por lo que más allá de análisis distópicos o futuros catastróficos, prefiero ser optimista y apostar por cierta racionalidad en el proceso de selección de quienes integrarán el poder judicial a partir del próximo año y, de que no todo está perdido, pues siempre existe la posibilidad de que un futuro mejor para todos es posible.