Las mujeres representamos el 49.5% a nivel mundial, mientras que los hombres el 50.5% de acuerdo con cifras de la ONU.

En América Latina y el Caribe, el Banco Mundial estimó que hay 655 millones de personas, de las cuales 332 millones somos mujeres.

En México las mujeres representamos el 52% de la población total; a pesar de ello, en un altísimo porcentaje muchas son víctimas de diversas desigualdades que se determinan por factores como los ingresos, el género, la edad, el origen, la etnia, alguna discapacidad, orientación sexual, clase y religión.

En los últimos años las marchas del 8M nos han unido, cientos de miles de mujeres de todo el mundo salimos a las calles de nuestro país con consignas para exigir un alto a los feminicidios, a la violencia, la falta de oportunidades, la eliminación de la brecha salarial, la libertad de decidir sobre nuestros cuerpos y la exigencia de derribar el patriarcado que lo único que ha hecho es mantener los espacios de poder ocupados por hombres con diseños androcéntricos en los que las mujeres somos vulnerables.

A pesar de esa lucha incansable y de contar con un marco normativo muy completo, desde el ámbito internacional con diferentes Convenciones para Eliminar todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer mejor conocida como “Belem do Pará”, y que América Latina tiene la 3ª tasa de paridad más alta del mundo con un 74.2%, existen varios retos.

Uno de ellos es eliminar la pobreza, que está ligada también a una discriminación estructural, por ejemplo, en 2024 la brecha salarial en México fue de 35% según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares por sus siglas (ENIGH).

Muchas mujeres tienen empleos en la informalidad y con una muy baja remuneración, ya que la mayoría de las veces son quienes se encargan del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado derivado de los roles y estereotipos de género, destinando el tiempo restante a buscar empleos en donde no tienen seguridad social, no hay salarios justos y sí un escaso tiempo para prepararse académicamente.

Vanessa González en su artículo: “La inclusión laboral”, que forma parte del libro que tuve la oportunidad de coordinar “Tiempo de Mujeres”, comparte datos que deben llamar nuestra atención para generar políticas públicas que permitan cerrar esas brechas, por ejemplo, menciona que a pesar de que las mujeres somos más del 50% sólo contribuimos en un 37% al PIB por la sobrecarga del trabajo doméstico.

Otro dato: las mujeres ganan 8% menos que los hombres en los mismos cargos y peor aún, el 44% de los mexicanos considera que, si una mujer tiene un trabajo remunerado, sus hijos sufren, aunado a un 20% que considera que los hombres son mejores ejecutivos que las mujeres.

Sin duda aún tenemos exigencias y consignas que expresar mañana en la marcha del 8M, se trata de generar conciencia y exigir cambios estructurales que nos den seguridad y plenitud de derechos a las mujeres de todas las edades.

Una reflexión final: ¿el tener paridad y mujeres en espacios de toma de decisión ha contribuido y hemos avanzado en los temas de género? Todas las mujeres que ya estamos en estos espacios ¿hemos hecho una férrea defensa de la inclusión, la paridad, las acciones afirmativas, la reducción de brechas de género? Desde nuestros espacios conquistados por muchas que hoy ya no están.

Si no es así, entonces la deuda histórica continúa y el patriarcado sigue presente.

Síguenos en nuestras redes sociales:

Instagram: , Facebook: y X: .

Google News

TEMAS RELACIONADOS