La gestión de Nelly Carrasco al frente de la Secretaría de Cultura y Deporte se está convirtiendo en un claro ejemplo de desatención y mala administración. El Museo de Bellas Artes, uno de los recintos más emblemáticos de la región, se encuentra con paredes visiblemente afectadas por la humedad. A ello se suma la opacidad y los cuestionamientos éticos en las decisiones administrativas de Carrasco, como la polémica contratación de su primo como subdirector, un acto que podría interpretarse como nepotismo y que mina la confianza en su gestión. Por si fuera poco, el cierre del Museo de Numismática bajo el pretexto de un supuesto inventario ha generado especulación y descontento, alimentando la percepción de abandono en el sector cultural. Estos problemas acumulados en tan poco tiempo evidencian la urgencia de replantear estrategias y exigir transparencia, porque el legado cultural no puede ser víctima de la incompetencia y los intereses personales.
Todo parece estar bien
En 2024, la gestión de Mirna García Morón al frente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México ha generado tanto sorpresa como escepticismo. En 2024, se emitieron solo seis recomendaciones, el número más bajo de los últimos nueve años. Ingresó al organismo en agosto del 2021. Aunque la cifra podría interpretarse como un avance hacia una sociedad más respetuosa de los derechos humanos, también podría ser indicativa de una disminución en la eficacia, alcance o voluntad de la Comisión para identificar y abordar las violaciones que persisten en la entidad. El contraste con 2027, cuando se emitieron 35 recomendaciones, plantea preguntas incómodas: ¿realmente han mejorado las condiciones en el Estado de México o la Comisión está fallando en su labor esencial? La baja emisión de recomendaciones no necesariamente refleja una disminución en las violaciones de derechos humanos. En un contexto como el del Estado de México, con problemáticas sociales complejas y persistentes, resulta difícil creer que el panorama haya mejorado de manera tan drástica.
El tren a medias
A un año y tres meses de su inauguración, el Tren "El Insurgente" sigue siendo un ejemplo frustrante de proyectos inaugurados con premura y sin estar plenamente operativos. La estación Observatorio, una de las terminales clave, permanece inconclusa, enfrenta fallas recurrentes por la falta de energía, problemas técnicos y elevadores aún sin terminar. La responsabilidad de estos problemas no recae únicamente en el ámbito federal. A nivel local, la Secretaría de Movilidad, dirigida por Daniel Sibaja, parece haber ignorado la proliferación de sitios de taxis irregulares en los alrededores de las estaciones, generando desorden y afectando la experiencia de los usuarios. El Tren "El Insurgente" enfrenta desafíos operativos y administrativos que empañan su propósito inicial. Este caso debería servir como recordatorio de que las obras públicas no son logros políticos.
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