El 19 de diciembre de 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció que cada 11 de octubre quedaría marcado como el Día Internacional de la Niña, en reconocimiento de que persisten deudas con respecto a su cuidado y en la procuración de sus derechos.
Este grupo infantil, cuyas edades van de 5 a 14 años, también está protegido por los derechos asentados en la Convención sobre los Derechos del Niño, mismo que circunscribe a las niñas. En atención a que tales derechos son inseparables, tienen la misma jerarquía y ninguno debe ser obviado, se estima que en países como México el saldo es todavía considerable. A guisa de ejemplo, veamos tres que forman parte de los 54 artículos de esta Convención.
El derecho a la Vida, supervivencia y desarrollo, dice: “Cada niño tiene derecho a la vida. [y] Los gobiernos deben asegurar que los niños(as) sobrevivan y crezcan en todo su potencial”. Según cifras del Coneval, dependencia que mide la pobreza desde una perspectiva multidimensional, en 2022 el Estado de México tenía al 43% de su población en situación de pobreza y al 8.2% en pobreza extrema. Además, el 44.2% estaban viviendo sin acceso a los servicios de salud, y el 20.3% vivía sin acceso a una alimentación nutritiva y de calidad. En tales condiciones, puede deducirse que el crecimiento, desarrollo y potencial de las niñas (y de los niños) continúa siendo precario, al menos en dichas proporciones.
Otros dos adquieren un valor simbólico. Uno indica que los infantes sean inscritos oficialmente; que tengan nombre para ser reconocidos por el gobierno; que posean nacionalidad y que deben conocer a su padre y su madre, al tiempo que a ellos corresponde cuidarles. El otro, destaca la trascendencia de que los infantes conozcan sus vínculos familiares y que nadie debería privarles de ello. Si ocurre, exhorta a los gobiernos a que ayuden a recuperar su identidad enseguida.
Según datos del Proyecto Libélula, desarrollado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEM, del 2015 al 2022, en el Estado de México, 4,170 niñas-madres con apenas entre 11 y 14 años, acudieron a registrar a sus hijas o hijos, dando cumplimiento al derecho a la identidad de sus descendientes. Sin embargo, en el 31% de los casos, es decir 1,283 recién nacidas(os) con acta de nacimiento, no poseen información acerca de quién ha sido su progenitor.
Esto parece decantado desde el sistema patriarcal y vehiculizado por comportamientos machistas, en los que se consiente que un hombre que ha impuesto las relaciones sexuales y la maternidad a una niña menor de 15 años, quede oculto e impune ante la ley, debido a que las instituciones “coparticipan” en tal ausencia. Ojalá esto sea un signo para que “el legislador mexiquense” tome cartas en esta injusticia histórica, social y cultural.