Mañana es el Día Internacional del Condón. En México, se estima que anualmente se consumen 150 millones de preservativos masculinos. Es poco, si se considera una media de tres a cuatro encuentros de cama por mes y por pareja, de todo tipo, práctica y orientación. Mediante campañas se insiste en la conveniencia de usar preservativo, para reducir el riesgo de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y, para evitar embarazos. Pocas veces se abordan las dificultades que suelen enfrentar los adolescentes y jóvenes, mismas que les impiden convertirse en acérrimos usuarios de esta erótica tecnología.
I. Aprender a usar el condón en cada encuentro sexual, requiere práctica. Para adolescentes y jóvenes no resulta sencillo disponer o crear suficientes jornadas para esta gozosa expedición. Como toda experiencia que graduará a la maestra o al maestro, este proceso conlleva ensayos, naufragios, progresos, incomodidades, faenas exitosas y eventuales fracasos. Cuando sobrevienen las frustraciones por impericia, en medio de esas cortísimas distancias, colmadas de humedades, los efectos en la pareja pueden ser diversos y no siempre gratos. Hay que reponerse y volver a intentarlo.
II. El condón es un elemento que la pareja debe aprender incorporar a su escena íntima, en un “antes” virtuoso, justo, pero sin disminuir ni estorbar esas ansias que van a galope tendido, sin bridas. Es como un personaje que se coloca entre dos cuerpos que desean fundirse, para dar y recibir placer; cual seguidores de Epicuro. Se trata de un periquete preciso para que el látex, en forma de condón, ingrese a escena, siempre ayudado por manos y bocas diestras de uno u otra(o) elemento de la pareja.
III. Las principales empresas que fabrican y venden condones, se han empeñado en hacer del látex un insumo más seguro, cómodo, casi imperceptible a la piel, de distintos tamaños y con saborizantes. Ello se debe a que una parte de la población sabe que no es lo mismo usar condón que desfogar la energía erótico-sexual sin que medie alguna barrera, por suave y fina que sea.
Convendría decirle claramente a los adolescentes y jóvenes que, en efecto, no es lo mismo ni se siente igual, con condón que sin condón. Pero que lo maravilloso es que protegerán su salud sexual y reproductiva, sin tener que pagar consecuencias funestas y superiores al placer obtenido. Los condones que pronto surgirán, a base de grafeno y nanolubricantes, traerán más beneficios al mundo íntimo del placer sexual.
IV. Además de saberlo colocar justo a tiempo, el condón masculino debe ser retirado pronto de aquella zona profunda en la que ha quedado como testigo, como teórico del amor concupiscente. Nuevamente, la cooperación de la pareja y las manos diestras, deben cumplir su cometido de manera eficaz y eficiente. Luego, sobrevendrá la comprensible beatitud, propia de esos cuerpos que lo han dado todo.
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