Durante el periodo 2015-2023, en todos los municipios mexiquenses se presentaron casos de madres con apenas 14 años de edad. En ese lapso se acumularon 7 mil 215 registros, es decir, diariamente dos niñas enfrentaron un parto. Es razonable suponer que muchas fueron embarazadas poco después de cumplir 13 años.

Con varios cientos, estos sucesos se presentaron en: Ecatepec (572); Chimalhuacán (404); Toluca (393); Naucalpan (329) y Nezahualcóyotl (327). En 22 de los 125 municipios del Estado de México se concentró el 60% de estos incidentes. ¿Sería mucho pedir que el Grupo Estatal para la Prevención del Embarazo trabajase con esos 22 DIF municipales y con sus institutos de la mujer?

Cifras recientes indican que, en el año 2023, la mayor frecuencia fue notificada en Ecatepec, con 53 atroces expedientes. Toluca obtuvo el penoso segundo sitio, con 43 madres que tenían esta edad. Mucho quehacer les espera a las nuevas autoridades que entrarán el 1 de enero del 2025.

La tendencia observada durante el periodo 2015-2023 señala que: de los hombres que impusieron la maternidad a estas púberes, 64% había cumplido entre 18 y 61 años. ¡Eran mayores de edad! Las investigaciones indican que suelen existir vínculos familiares entre el depredador sexual y estas víctimas. En este subgrupo, la mitad de ellos había cumplido 20 años o más, mientras ellas estaban enfrentando una cesárea o un prolongado trabajo de parto. ¿En cuántas pudo existir violación sexual equiparada? Habrá que preguntar a la Fiscalía Estatal. Quizá aporten cifras claras.

Es lógico que estas madres apenas tuviesen la primaria o la secundaria; así fue en el 91% de estas chicas. Siete de cada diez vivían en unión libre; tres quedaron como madres solteras y, pese a que está prohibido, dos de cada cien contrajeron nupcias. Las leyes resplandecen en el papel. Muchas de ellas apenas han superado el metro y medio de estatura; viven una preñez cuyo significado difícilmente comprenden; con un cuerpo inmaduro y frecuentemente anémico o con sobrepeso, son sometidas a una compleja gestación prematura, cuyas revisiones obstétricas constituyen un cruel martirio.

El 68% de quienes las embarazaron, tenían el mismo nivel educativo que ellas, o menos; un 11% había alcanzado el nivel medio superior; más del 20% no declaró su escolaridad. Si bien 93% tenía empleo, puede inferirse que sus ingresos eran bajos o precarios, dada su escolaridad; mayoritariamente eran empleados, obreros o jornaleros. Estas condiciones multiplican la pobreza generacional, aunque la descendencia y estas progenitoras son las más afectadas.

Quién quita que en el 2025 la cuarta transformación mexiquense, ahora sí, asigne recursos públicos para atender esta política pública que aqueja a las adolescentes; nada más porque ocupa el lastimoso primer lugar en el país.

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