Las políticas económicas implementadas por Donald Trump han generado un impacto significativo en el sector industrial mexicano, especialmente debido a la imposición de aranceles y medidas proteccionistas que buscan favorecer la producción interna de Estados Unidos. Estas acciones han afectado directamente a industrias clave en México, como la automotriz, la manufacturera y la agrícola.

Un ejemplo claro es la imposición de aranceles del 25% a las importaciones provenientes de México y Canadá. Esta situación pone en riesgo a la industria automotriz mexicana, que exporta aproximadamente el 90% de su producción al mercado estadounidense. Empresas como Volkswagen, Ford, General Motors, Honda, Kia, Toyota y Nissan se verán directamente afectadas, al igual que proveedores como Autoliv, Michelin y Yanfeng.

Ante este panorama, las Cámaras y Asociaciones Empresariales mexicanas desempeñan un papel crucial en la construcción de un modelo económico que se adapte a los nuevos escenarios políticos, económicos y sociales. Estas organizaciones y quienes las representamos tenemos la responsabilidad de proteger los intereses de los sectores productivos y comerciales, ofreciendo seguimiento y mejoras a estos sectores.

Tenemos el papel irrenunciable de colaborar y asesorar al Estado mexicano en temas que pueden afectar su actividad, como innovación, tecnología, mercado de exportaciones y regulaciones.

Sin embargo, a pesar de contar con un diagnóstico claro de la situación, se percibe una falta de acción efectiva. Es imperativo que los Organismos Empresariales adoptemos una postura más proactiva, fomentando el desarrollo competitivo de las empresas y orientando a nuestros asociados en la definición de estrategias y planes que les permitan enfrentar los desafíos actuales.

Además, es fundamental promover la diversificación de mercados y la innovación tecnológica, reduciendo la dependencia del mercado estadounidense y fortaleciendo la economía interna, hoy, es prioritario robustecer la colaboración con instituciones educativas y de investigación, así como la promoción de políticas públicas que incentiven la inversión y el desarrollo sostenible para lograr este objetivo.

El escenario actual ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del sector industrial mexicano ante medidas proteccionistas. Es momento de que desde la iniciativa privada asumamos un rol más activo en la construcción de un modelo económico resiliente y adaptable, que no solo responda a los desafíos actuales, sino que también anticipe y se prepare para futuros escenarios adversos. La sobreabundancia de diagnósticos debe dar paso a una era de acción decidida y efectiva.

Siempre he dicho que ser empresario es una elección de vida. No es un estilo de vida, no somos un sector ajeno al sentir cotidiano, no vivimos con lujos provistos por carretillas de dinero que llegan de la nada y creo que romantizar nuestra elección ha hecho mucho daño a las nuevas generaciones que piensan que ser tu propio jefe y más aún tener gente a nuestro cargo es fácil.

Ya sea pequeño o grande nuestro negocio, ser empresario conlleva una gran responsabilidad, con nosotros mismos, con nuestras familias y con las familias que forman parte de nuestras empresas.

Vivimos a contratiempo, cada mes, cada semana, cada día para pagar nómina, impuestos, mejoras que nos permitan no bajar la cortina.

La comodidad y el progreso nunca han sido amigos, llegó el momento de alzar la voz y como representantes empresariales tenemos la obligación y la oportunidad de hacer de éste el momento mexicano del que tanto se ha hablado.

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