Todos nos preguntamos y sorprendemos por los disturbios ocurridos el fin de semana en la Feria del Caballo, en Texcoco, donde de puro milagro no hubo heridos graves o muertos derivado del estallido de violencia en el concierto de Luis R. Conriquez en el Palenque.
Pero lo que más preocupa es que el motivo de esos desmanes fue que el artista anunció que no cantaría corridos bélicos, porque por primera vez estaban prohibidos en la Feria del Caballo.
En efecto, la semana pasada tanto la fiscalía como la Secretaría de Seguridad, informaron a las autoridades de Texcoco, Metepec y Tejupilco que en sus respectivas festividades, fiestas y conciertos no podrían difundir o exponer música que haga apología del crimen y la violencia.
Se trata de música -u otro tipo de expresiones- que promueve, socializa, justifica, enaltece la violencia y sus formas de expresión de manera natural y cotidiana.
Lo cierto es que desde hace algunos años, algunas expresiones artísticas exaltan a personajes violentos -integrantes de grupos de delincuencia organizada-, socializan sus “hazañas” y hasta les promueven como si de héroes se tratara.
Este asunto ha crecido y evolucionado en formas que no esperábamos, bajo el amparo de la libertad de expresión y el respeto al gusto de cada quien, de forma que tanto autoridades como promotores, medios de comunicación y, obviamente, el público, hemos sido omisos.
Hemos dejado crecer la ola de narco corridos, que se ha transformado en géneros distintos como corridos tumbados, corridos bélicos y una larga diversidad que hemos dejado crecer con el pretexto de “cada quién” consume lo que le gusta, eso es personal y nadie debería meterse.
Sin embargo, es momento de preguntarnos hasta dónde. Hasta donde es problema de los demás, asunto de cada quién, responsabilidad de otros, cosas que no nos interesan si no nos involucramos.
Así, llegamos al punto en que en Jalisco un grupo llamado Los Alegres del Barranco mostró el rostro de Nemesio Oseguera Cervantes alias “El Mencho”, presunto líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, en el evento “Los Señores del Corrido”, en pantallas gigantes en una especie de homenaje.
Como resultado, Estados Unidos le canceló la visa y luego en varios lugares de México le cancelaron conciertos.
El tema se discutió incluso en la mañanera de la presidenta Claudia Sheinbaum, donde se habló de la necesidad de poner un freno.
Ya en algunos estados de nuestro país se ha prohibido la promoción de este tipo de música en eventos masivos desde hace algún tiempo y el Estado de México se suma ahora.
¿Es tarde? ¿Qué más es necesario hacer? Habrá que discutirlo, pero no podemos esperar más, es claro que tenemos que intervenir, todos en conjunto y no volver a minimizar este tipo de conflictos, como lo vimos con el alcalde de Texcoco, el morenista Nazario Gutiérrez que comentaba, muy despreocupado, respecto de los disturbios en la feria “no pasó a mayores”.
La última trinchera
Los informes por los 100 primeros días de gobierno de las alcaldías volvieron con todo.
A pesar de que no hay recursos para obras municipales, que el brillo completo será para el gobierno federal, que poco o nada podrán hacer desde el primer nivel de gobierno, que se desdibuja ante la poderosísima presidencia de la República, la mayoría no perdió la oportunidad de brillar.
La mayoría con una larga lista de lo que no pudo hacer, de lo que sueña con lograr y, sobre todo, de lo que no hicieron sus antecesores.
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