La semana pasada fue para los mexiquenses esclarecedora y de terror al mismo tiempo, con los episodios que al paso de los días nos entregaron las autoridades, desde diferentes instancias, en relación con el llamado caso “Bling Bling”.
Lo primero que nos estalló en la cara fue el ataque al bar Bling Bling en Cuautitlán Izcalli el 10 de noviembre, donde hubo 6 asesinados y una decena de detenidos, unos han sido liberados y otros permanecen como parte de las investigaciones.
Luego, en la ciudad de Puebla, fueron detenidos otro grupo de personas por los mismos hechos, nos dicen que entre ellos el líder de la banda que organizó la matanza en el “Bling Bling”.
Ya hacia el final de la semana, la Fiscalía mexiquense emitió un larguísimo comunicado en el que pretendía explicar el desarrollo de la historia y ahí nos enteramos todos que el asunto empezó con el asesinato de otro grupo de personas de una banda rival cuyos cadáveres fueron calcinados en Jilotepec.
Al respecto, la gobernadora Delfina Gómez, el Secretario General de Gobierno, Horacio Duarte, y el secretario de Seguridad, Cristóbal Castañeda hicieron señalamientos públicos en los que aseguraban que en nuestra entidad se trabaja con ahínco por la seguridad de los mexiquenses.
Pero fuera de las posturas oficiales del gobierno mexiquense, hay asuntos que llaman la atención. Primero, una explosiva irrupción de un caso de este perfil en la escena pública mexiquense, en la que nos aseguran a diario que el combate y persecución a la delincuencia tiene resultados positivos y la cosa mejora para los mexiquenses.
Con el caso “Bling Bling” nos estalla en la cara a todos, incluidas las autoridades, una realidad en la que grupos de delincuencia organizada se pelean la plaza con violencia como la de Culiacán o Tijuana.
Policías municipales y probablemente estatales involucrados con los delincuentes, tanto en los hechos más recientes como en los cotidianos.
Y para aderezar la historia, una fiscalía que hace detenciones sumarias y luego se desdice, entre acusaciones de tortura y abuso.
Se limita a responder en medio renglón de su comunicado que investigará esos señalamientos, mientras la familia de un hombre de la tercera edad y discapacitado señala que también fue detenido en forma arbitraria, incluso desaparecido sin oportunidad de comunicarse con su familia.
Además, una de las personas que en inicio fue detenida y luego liberada, desapareció del radar sin dejar rastro, después de dar declaraciones a la prensa. Nadie sabe y nadie supo.
Y entonces, de golpe y porrazo, nos topamos con que de plano hay bandas delincuenciales ya nativas de la entidad peleando las plazas municipales con violencia extrema, mientras las autoridades nos aseguraban que todo pintaba mejor y en la fiscalía parece justificable cualquier mecanismo para dar respuesta ante la presión. ¿Cómo volvimos a este punto?
La última trinchera
Ante la crisis que hoy pone al descubierto el caso “Bling Bling”, viene a cuento la postura de algunos alcaldes en cuanto a la intervención del gobierno estatal en la determinación de los titulares de Seguridad en los siguientes gobiernos municipales.
Aluden al principio de Municipio Libre para que los alcaldes tomen decisiones para la contratación de su equipo de trabajo. Les asiste la razón.
Sin embargo, las corporaciones municipales han demostrado una y otra vez, históricamente, que en la mayoría de los casos no son confiables.
Entonces, ¿qué hacer? será momento de mirarnos de manera distinta, cambiar incluso desde las bases que durante décadas nos dieron sustento como sociedad.
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