La contaminación atmosférica en Toluca es una preocupación constante desde hace años, o debería serlo, pero tanto la población como el gobierno tienden a ignorar el problema como si ese fuera un mecanismo de solución.

Hace ya décadas que debieron tomarse medidas decididas, como se hizo en el Valle de México, para revertir el problema, pero se han evitado por no ser populares.

Así ha pasado el tiempo y con factores como el crecimiento urbano, industrial y demográfico el problema ha empeorado gravemente.

Según datos recientes de la Red Automática de Monitoreo Atmosférico de la Zona Metropolitana del Valle de Toluca, los últimos días de este diciembre se registraron altos índices de contaminación y esto se ha vuelto ya una especie de tradición de finales de año, cuando se disparan los niveles debido a las fogatas y el uso de pirotecnia de la temporada, sin embargo, no solo esos días respiramos en la capital mexiquense aire de mala calidad.

El problema es que las mediciones mexiquenses minimizan -por decirlo de forma eufemística- el problema.

Verá usted, la norma mexicana que determina la calidad del aire en todo el país establece un máximo de 70 micras para pm 10 y 41 micras para pm 2.5.

Sin embargo, para declarar contingencia en el Valle de Toluca, el máximo que toma en cuenta el gobierno mexiquense es casi el doble. Es decir, cuando el índice de partículas suspendidas se encuentra entre 101 y 150 puntos, la calidad del aire se considera mala, y muy mala cuando supera los 150 puntos, en los parámetros de la autoridad local.

Según las mediciones de la norma federal, desde diciembre del 2023 a mediados de junio del 2024 no tuvimos ningún día con buena calidad de aire, incluso se superaron algunos días varias veces el límite, pero nadie parece enterarse.

Y es que la única medida fue dejar de divulgar los informes en redes sociales y deshabilitar la página en la que difundía esta información.

Aunque ese mecanismo era complicado e inaccesible de navegar para los mexiquenses en general, era la única forma de alertar a la población, pero no existe desde marzo pasado, cuando el sistema federal marcaba contaminación extrema para esta región.

Es urgente desde hace años implementar alguna medida, más allá de seguir maquillando las cifras.

Algunas veces se ha considerado implementar el sistema Hoy No Circula, aunque especialistas aseguran que ya no es una medida adecuada.

Y es que el 75 por ciento de la población se mueve en transporte público, ya sea autobús, combi, taxi colectivo o taxi exclusivo.

Sin embargo, 80 por ciento de los recursos que se destinan para infraestructura de movilidad privilegian obras para el desplazamiento de vehículos particulares, en los que únicamente se traslada 17 por ciento de la población.

Es urgente modificar el paradigma y, en principio, admitir desde la autoridad que nos estamos ahogando, para empezar a buscar soluciones reales.

La última trinchera

La crisis de deuda de los gobiernos municipales en el Estado de México es, desde hace décadas, un problema recurrente que afecta la capacidad de los municipios para cumplir con sus obligaciones financieras y proporcionar servicios básicos a la población.

Esta es una condición añeja que llevó casi al colapso a más gobiernos municipales de los que uno quisiera y, sin embargo, en este fin de año se dio desde el Congreso carta abierta a los municipios para adquirir más deuda.

Aunque se determinaron límites diferenciados para cada municipio, contrario a la visión del gobierno estatal de no generar más deuda, los municipios podrán hacerlo si sus Cabildos lo permiten. Contradictorio, ¿no?

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