En las pasadas elecciones del Estado de México tuvimos, según estimaciones oficiales, 64.3% de participación, de un padrón de 12.7 millones de mexiquenses.
En su último conteo el Instituto Electoral del Estado de México dice que Morena obtuvo el primer lugar con 38.6% de la votación, el PRI se mantuvo como la segunda fuerza política, con 16.4%, el PAN en tercer lugar 10.9%, Movimiento Ciudadano el cuarto con 10% y el PVEM en quinto con 8.4%.
El más joven de esas fuerzas políticas es Movimiento Ciudadano y su participación es nacional.
Son estos partidos los que han monopolizado la participación política y los recursos oficiales en nuestra entidad, sin que la vida real de los mexiquenses tuviera un cambio significativo.
Según Coneval, la proporción de personas en situación de pobreza pasó de 43.6% en 2008 a 42.7% en 2018.
La reducción porcentual fue mínima, pero el número total de personas en pobreza aumentó en casi un millón de personas durante este período. Es decir, la participación política de unos y otros partidos significó poco.
Lo cierto es que en los recientes 15 años, han surgido y desaparecido varios partidos políticos estatales en el Estado de México. No logran sobrevivir porque no alcanzan el umbral mínimo de votos requeridos para mantener su registro, que debe ser del 3% de la votación válida.
Algunos ejemplos han sido Vía Radical, que en 2018 logró solo el 2.31%, en 2015 el Partido Humanista y Futuro Democrático. Ninguno de los dos alcanzó ni el dos por ciento.
En el 2000, Democracia Social alcanzó representación en el Congreso local, pero desapareció en el siguiente trienio.
El Partido del Centro Democrático tuvo presencia en Chiautla en el año 2000, pero fue su debut y despedida.
Luego, en 2003, el Partido Alianza Social logró Otumba y fue lo último que supimos de él.
Además de estos partidos estatales, algunos partidos nacionales también perdieron su registro en el Estado de México al no alcanzar el porcentaje mínimo de votos en las elecciones locales.
Por ejemplo, en 2018, los partidos Nueva Alianza y Encuentro Social no lograron el mínimo de los votos en el Estado de México, lo que resultó en la pérdida de su registro en el nivel estatal.
La cosa es que, estos intentos de participación política han sido costosos para los mexiquenses y han aportado poco.
Y es que las fuerzas políticas locales reciben financiamiento público para sus actividades ordinarias y específicas, conforme a lo establecido en la legislación electoral.
En octubre de 2024, la desaparición de Nueva Alianza como partido político local en el Estado de México resultó en un ahorro de poco más de 9.8 millones de pesos para el gobierno estatal, ya que, a partir de noviembre de ese año, el partido dejó de recibir financiamiento público ordinario y para actividades específicas.
Lo cierto es que valdría la pena empezar a buscar una forma más efectiva de medición de los resultados de los partidos políticos y su financiamiento público, porque el número de votos y el triunfo en elecciones no es una referencia realista.
La última trinchera
La política estatal sigue muy revuelta. En Morena no se apaciguan los ánimos y no se consolida un proyecto común en torno de la gobernadora Delfina Gómez, la figura central de ese partido en el Estado de México.
A la larga, no la posicionan a ella, pero tampoco a alguien más. Quién sabe si piensan que será eterna, pero ya pasó año y medio de su sexenio y así el tiempo se va como agua entre las manos.
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