El viernes pasado, para sorpresa de todos, se aplicó en tierras mexiquenses el Operativo Enjambre, en el que hubo 7 funcionarios detenidos de 5 municipios y un suicidio.
En Amanalco aprehendieron a la alcaldesa María Elena “N”, mientras que en ese municipio y Naucalpan, Ixtapaluca, Tejupilco y Texcaltitlán a mandos de seguridad pública. Este último se disparó y perdió la vida en el momento del operativo.
Además, falta ejecutar otras 7 órdenes de aprehensión a más mandos policiales y autoridades municipales, entre ellos el de Santo Tomás de los Plátanos, que debió estar en la más reciente reunión de trabajo con el secretario de Seguridad, Cristóbal Castañeda, en la zona sur, la cuarta de este tipo. Hasta ahora, las autoridades señalan que otros municipios involucrados son Chicoloapan, Coacalco y Jilotzingo. Seguramente habrá más.
Se presume que los detenidos están vinculados a varios grupos delictivos, La Familia Michoacana, el Cártel Jalisco Nueva Generación, La Unión Tepito, el Cártel Nuevo Imperio y la Anti-Unión Tepito. Resulta que estos funcionarios facilitaban actividades ilícitas de dichas organizaciones criminales, participaban en ellas y hasta formaban parte de esos grupos criminales.
Es claro que este es un golpe de timón del gobierno de la República, por el inicio de sexenio de Claudia Sheinbaum y decidió justo al Estado de México para esta demostración.
Mucho tiene que ver con la llegada del “Súper Policía” Omar García Harfuch, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal, quien conoce muy bien el movimiento en nuestra entidad, por su trabajo en la CDMX, sumado al conocimiento del secretario de Seguridad mexiquense, que ya tenía experiencia en operativos de este calado en Sinaloa, además de la evidente colaboración entre la presidenta y la gobernadora Delfina Gómez.
Pero, además, Enjambre viene a confirmar los temores de los mexiquenses, los señalamientos tantas veces repetidos, desde las alcaldías y por los propios ciudadanos.
Aquí se han enquistado grupos de la mafia desde hace ya un buen tiempo, se consolidaron y crecieron a la sombra de la complacencia y la indiferencia de, al menos cuatro sexenios y hoy, tenemos cárteles nativos de la entidad, además de una dura guerra territorial en la que crecen la violencia y el terror, ante la mirada atónita de los ciudadanos, que al final de cuentas, han resultado los paganos, los que perdieron la tranquilidad, los negocios familiares, la seguridad, los espacios públicos y hasta la vida digna. ¿Cómo no los vieron gobernadores, secretarios de seguridad, fiscales y alcaldes?
Solo esperemos que estas acciones sean el inicio de una política contundente para recuperar y pacificar el estado, y no sea que tengamos parte en un reacomodo de fuerzas, como suele suceder al inicio de cada sexenio.
La última trinchera
Está terminando el año y les queda a los alcaldes salientes una última oportunidad para dar la cara a los ciudadanos y despedirse dignamente.
La mayoría no tendrá la oportunidad, los arrestos ni las ganas, se van de capa caída, sin futuro político y hasta sin partido que los respalde, porque las fuerzas políticas de oposición andan en busca de trincheras ajenas que los amparen. Lamentable.
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