El término del año trae consigo una larga planeación de asuntos en todos los ámbitos que definen en buena medida las posibilidades de éxito del siguiente; un aire de esperanza que llega con las fiestas navideñas y los augurios de nuevos inicios. Lo hacemos desde las empresas, las familias, los grupos comunitarios y por supuesto los gobiernos.

Sin duda una de las planeaciones más relevantes a nivel nacional es la Miscelánea Fiscal y con ella el tintineo siempre esperado del Presupuesto de Egresos. Lo planteado hasta el momento por el Gobierno Federal trae una serie de claroscuros, un Presupuesto de Egresos por 9.22 billones de pesos, 1.9 por ciento menos que el año anterior y un claro mensaje de austeridad que tan bien recibido ha sido.

Sin embargo, el tema no solo es ahorrar sino ¿en qué rubros hacerlo? La propuesta presentada al Legislativo contempla una preocupante reducción del 12.7 por ciento en el gasto de infraestructura para pasar de 932 mil millones de pesos, ejercidos en 2024 a 848 mil millones para el siguiente año, lo que significa que serán los 10 proyectos prioritarios de la administración Federal los que recibirán la mayor cantidad de recursos.

Educación, medio ambiente, cultura, tecnología, turismo e incluso seguridad y energía tendrán reducciones en sus gastos administrativos con el riesgo que esto implica para el presente y futuro del país, a lo que hay que sumar una reducción bastante amplia del gasto público que pasara el 2.6 al 2.1 por ciento del PIB, es decir, reducción en inversión pública para carreteras, generación eléctrica, escuelas, hospitales y todo aquello que parece poco importante.

El verdadero meollo del asunto, estimado lector, es que este año, así como el anterior y el anterior a ese, el caballo sigue jalando solo, se ha dado la vuelta una y otra vez a la necesidad de una reforma tributaria bien diseñada, esa que permita que haya más contribuyentes, una reforma que establezca medidas de gradualidad en el cobro de impuestos, que los haga equitativos y que lleve a nuestro país no sólo a abatir la informalidad, que hoy representa al 53 por ciento de la población, sino a un escenario en donde todos seamos responsables de construir esta nación.

Y es que la situación no es menor, el Paquete Económico estima que este año los ingresos tributarios, es decir, aquellos que se cobran por impuestos, sólo crecerán alrededor del 2.8 por ciento, lo que equivale a los incrementos anuales por IVA e ISR, es decir, los mismos contribuyentes cautivos de todos los años, solo que en esta ocasión con menos servicios como agua, luz, conectividad y lo peor, menos seguros.

Seguro recuerda usted aquella fábula de cierto vendedor que, buscando reducir gastos en el negocio, decidió acostumbrar a su caballo a no comer, primero le quito el desayuno, después la comida, procedió a darle un puñito de pasto al día, aunque el animal enfrentaba las mismas extenuantes jornadas bajo el sol…justo cuando el caballo solo consumía un poco de agua al día y parecía haberse acostumbrado a la nueva dinámica, tuvo el desatino de morirse ¡Que mala suerte!

No se mal entiendan las palabras, es una buena idea ahorrar y buscar atender las necesidades prioritarias de quienes tienen menos, pero no en todo se puede escatimar, apostamos por una vida digna y de oportunidades para todos, hoy al parecer vamos acostumbrándonos al puñado de pasto como el camino del ahorro y la prosperidad y en una de esas, amigos, terminamos matando al caballo de hambre… nos leemos la siguiente.

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