En la legendaria historia bíblica de David contra Goliat, un humilde pastor se enfrenta al poderoso gigante con ingenio y determinación.
Hoy, esta narrativa parece revivirse en el mundo de los destilados mexicanos, donde los productores de mezcal de Oaxaca con poco más del 90% de la producción nacional, con siglos de tradición y reconocimiento, se enfrentan en una batalla por la Denominación de Origen (DOM) con pequeños productores emergentes de destilados de agave del Estado de México, quienes buscan abrirse camino en un mercado competitivo y global.
A diferencia del desenlace del relato bíblico, este conflicto no tiene por qué concluir con un vencedor y un vencido. Por el contrario, ambos pueden beneficiarse si transforman la rivalidad en colaboración para enfrentar juntos la creciente demanda mundial de destilados para competir contra las bebidas y destilados internacionales.
La Denominación de Origen del Mezcal (DOM) debe ser un impulsor de bienestar social nacional, no un monopolio en manos de unos pocos, que, con la bandera de protección de la región, limitan la libre competencia del sector.
En agosto de 2018, el Estado de México obtuvo la declaratoria de la Denominación de Origen del Mezcal (DOM) para 15 municipios con vocación mezcalera, desde entonces los productores se han enfrentado a diversas disputas legales con el Consejo Regulador de Mezcal (CRM), con diputados y senadores de Oaxaca, así como a los amparos de empresas mezcaleras del estado oaxaqueño.
Actualmente la disputa jurídica está en el limbo pues a pesar de que los actos resolutivos del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) y de la Suprema Corte de Justicia (SCJN) han favorecido al Estado de México, otros amparos interpuestos por el CRM en tribunales de la ciudad de México, limitan l certificación de destilerías en el Estado de México con el argumento de poner en riesgo la denominación de origen.
Los productores de mezcal de Oaxaca han trabajado décadas para posicionar a esta bebida como un símbolo de la cultura y tradición, pero esto trae un reto: satisfacer la creciente demanda global sin comprometer la calidad ni los principios de producción sustentable.
Este año, los productores del Estado de México han atraído atención internacional obteniendo reconocimientos del Concurso Mundial de Bruselas, que lo coloca al territorio mexiquense en el cuarto lugar de 17 estados participantes con la obtención de medallas por la alta calidad y la revelación del año en bebida espirituosa.
Triunfos limitados al no poder usar la palabra “mezcal” en sus productos y obstáculos para ganar legitimidad y espacios a nivel nacional como internacional.
Oaxaca y el Estado de México hoy tienen la oportunidad de unirse y consolidar una oferta variada y competitiva que responda a las demandas de un mercado… La clave es reconocer y respetar las fortalezas de cada región, por un lado Oaxaca aporta la tradición, arraigo cultural y el reconocimiento global mientras que el Estado de México, poseedor de al menos 12 variedades de magueyes, puede contribuir con nuevas variedades, sabores, innovación, flexibilidad y escalabilidad para competir en un mercado dominado por grandes corporaciones internacionales que producen whisky, vodka, ron y ginebra.
David y Goliat no tienen que enfrentarse. En esta nueva versión de la historia hay una oportunidad de convertirse en un colosal caballo que no solo tire de la carreta si no que conquiste internacionalmente mercados tirando en conjunto y llevar el sabor del agave mexicano a cada rincón del planeta, consolidando su lugar como uno de los grandes orgullos de México en el mundo.
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