Tuvieron que pasar 15 años y cinco legislaturas locales para que el Estado de México se convirtiera en la entidad 18 del país en despenalizar el aborto hasta las 12 semanas de gestación.

Entre rezos de grupos provida y consignas de las colectivas agrupadas en la llamada Marea Verde, los diputados mexiquenses avalaron reformar el Código Penal. Se trataba de una deuda histórica con las mujeres del Edomex, argumentaron quienes estuvieron a favor. Se ignora que el embrión humano existe desde las primeras semanas de gestación y que se debe apostar a la educación sexual y prevención del embarazo, decían sus opositores, en concreto panistas.

En efecto, el debate sigue y seguirá vigente desde lo particular de las familias y en amplios sectores de la sociedad. Así ha sido desde que el entonces Distrito Federal se convirtió, en 2007, en la primera entidad en despenalizar el aborto.

Uno de los más comunes argumentos de colectivas y feministas es que las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo. Sí, y por ello hay causales de abuso y salud que deben ser garantizadas; pero también hay que considerar que este hecho se puede convertir en “la opción” de muchas para utilizarlo como “método anticonceptivo”. Al final es una decisión de cada mujer, con las valoraciones éticas, morales, de salud y de vida de cada una.

Lo innegable es que, en efecto, se trataba de una marea ya muy difícil de contener en el Estado de México, que es la entidad de donde más mujeres acuden a la Ciudad de México para practicarse abortos. De 277 mil procedimiento realizados de 2007 a la fecha en la capital, 77 mil han sido de mujeres mexiquenses.

Cifras frías que muestran la realidad que no puede negarse. Por eso, más allá de la celebración, las colectivas y quienes han promovido esta reforma, deben ahora seguir trabajando para que se garantice la seguridad sanitaria, puesto que la aprobación no refiere la obligación del Estado para ofrecer la atención gratuita.

La Organización Mundial de la Salud estima que 13 por ciento de las muertes maternas a nivel global son resultado de prácticas inseguras del aborto. Hay que tenerlo presente.

También hay que considerar datos de la Dirección de Información en Salud y Sistemas Institucionales capitalina, que señala que 45 por ciento de los casos globales de abortos atendidos en la CDMX son de mujeres entre 18 y 24 años; 24 por ciento de 25 a 29 años, y 14 por ciento de 30 a 34.

En cuanto a formación educativa, el 43 por ciento es de preparatoria, el 30 de secundaria y 19 superior. El 54 por ciento son solteras y 29 por ciento en unión libre.

Estas cifras seguramente no son muy diferentes a las que puede registrar el Estado de México y muestran claramente las edades y condición en las que mayoritariamente se puede beneficiar, pero también donde más se debe trabajar en lo preventivo.

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