Los valores definen lo que somos. Los valores que sustentan una sociedad definen también sus virtudes y defectos. Decía Gandhi: “Mantén positivos tus valores, porque tus valores se convierten en tu destino”.
Me refiero en específico a la inseguridad, que no es exclusiva del Estado de México, sino un cáncer que lastima a todo el país, en buena medida resultado de la pérdida de valores.
Sería muy difícil precisar el momento exacto en que se fueron pudriendo las cosas; también hay que decir que se trata de una crisis a nivel mundial. Pero, sin duda, la globalización, el mercantilismo, el avance tecnológico, los medios de comunicación y la publicidad tienen mucho que ver.
La vida acelerada cada vez menos exclusiva de las grandes ciudades, el resquebrajamiento de la estructura tradicional de familia, la cultura del agandalle, la corrupción, la impunidad, el descontento social, la pobreza, entre otros, han sido los ingredientes de este caldo.
Sería muy simplista reducir la responsabilidad a un gobernante, a un momento de la historia. Quienes hoy gobiernan no reaccionan muy diferente al pasado: salir a hacer control de daños, mostrar músculo policiaco, operativos, detenciones, cifras y esperar que se enfríen las cosas.
Está de más referir los casos recientes de violencia en el Estado de México, no menos graves que en otras entidades. Ha quedado claro que la inseguridad no respeta los colores.
Todavía hace pocos años era sorpresa saber de ataques dirigidos, de asesinatos múltiples, pero hoy nos despertamos, comemos y dormimos sabiendo de ellos.
Sí, hay que ir a las causas. No está mal dar un apoyo económico a los jóvenes, pero el brillo del dinero y lujos que ofrece la delincuencia son mayores. La narcocultura fomentada en telenovelas, películas, series, música no horrorizan ya a nadie, pero tampoco se ve a nadie actuar ante ello.
Las redes sociales, el uso del celular, la televisión de paga, la conectividad permanente no deja tiempo para la plática familiar. Los aparatos electrónicos se han convertido en nanas y formadores de niños y jóvenes.
La Encuesta Nacional de Cultura Cívica (Encuci) 2020 del Inegi reveló que los mexicanos le tenemos más confianza a las universidades públicas (70%), a los sacerdotes (50%) y a los medios de comunicación (48%). Ahí hay tres ámbitos que pueden servir para trabajar en el fortalecimiento de los valores.
Sí, los programas sociales. Sí, mejorar corporaciones. Pero sobre todo sí a la educación, al civismo, a la cultura. Una persona con valores firmes, lo piensa 10 veces antes de faltar a ellos y a sus propios sueños.
Es tarea de todos convertir los valores humanos en un eje de desarrollo. No es rentable a corto plazo para los políticos, no es una obra que se inaugure con una placa; es pensar a futuro, más allá de nosotros. ¿Quién empieza?