Quién diría que un recurso natural no renovable sería el centro de coordinación entre distintos órdenes de gobiernos, instituciones de seguridad, comunidades y organizaciones sociales y académicas.
La presidenta de México, junto con las gobernadoras del Estado de México, Morelos y la Ciudad de México impulsaron la primera gran acción metropolitana: el Bosque de Agua. A través de un convenio firmado por la Semarnat, la Profepa y los tres gobiernos estatales se coordinarán acciones para detener los ilícitos forestales y los cambios de uso de suelo ilegales, en una zona que comprende 37 municipios y alcaldías.
Las profecías sobre las guerras del agua y los desplazamientos humanos a causa de las crisis climáticas han dejado de serlo y cada día se convierten en una realidad cotidiana en cada rincón del planeta. Hace unos días celebramos el Día Mundial del Agua que, en 2025, está dedicado a la preservación de los glaciares, los cuales son vitales para todo el mundo porque regulan el clima y protegen contra peligros naturales, según advierte la UNESCO.
En México hemos tenido destacados especialistas comprometidos con la agenda climática desde hace décadas, al igual que pueblos y comunidades que lucharon por la protección y respeto de sus bosques y recursos naturales, ante un modelo neoliberal que privilegió su saqueo y mercantilización. Es por ello necesario hablar del cambio de prioridades que se están observando en la agenda pública desde 2018, al reordenar los temas que importan para la gente cómo es asegurar la provisión de bienes necesarios para el bienestar de las personas, de manera justa y asequible.
Otro dato no menor es que el Bosque de Agua no es un proyecto reactivo ante actividades ilegales de las que se tienen conocimiento que suceden desde hace tiempo, como la tala ilegal, ni tampoco es una actividad meramente coyuntural. En otras palabras, se trata de un proyecto integral que promueve la participación de la población que vive y conoce el lugar, el conocimiento ancestral de los bosques, el desarrollo sustentable, así como la investigación científica.
Durante la firma del convenio en torno al Bosque de Agua se señaló que su alcance es tal que beneficia a 23 millones de personas que habitan la zona metropolitana del Estado de México, Morelos y la Ciudad de México, por lo que la gobernadora del Estado de México, la maestra Delfina Gómez, propuso que sea declarado "Área Natural Protegida" a nivel federal, al contribuir a mitigar el cambio climático.
Con datos de Conservación Internacional México, se tiene que el Bosque de Agua comprende 237 mil hectáreas de bosques y pastizales de montañas compartidos entre Morelos, México y Ciudad de México; y 80 por ciento es propiedad comunal. Esta área atraviesa las principales cuencas hídricas del país, la del Valle de México, del río Balsas, de Lerma-Chapala y del río Pánuco, y el agua que baja por esas montañas alimenta a ciudades como Cuernavaca, Ciudad de México y Toluca. Sin embargo, se estima que su extensión se ha reducido hasta en 40 por ciento, lo que significa menos disponibilidad del vital líquido para abastecer a estas ciudades, así como otro tipo de repercusiones para los seres que habitan este espacio.
Se estima que aproximadamente "70 por ciento del agua que se utiliza en la Ciudad de México se extrae del acuífero del Valle de México y el 30 por ciento se bombea a través del Sistema Lerma-Cutzamala" [1].
El Bosque del Agua puede ser un ejemplo de éxito de colaboración estratégica entre mujeres con visión de Estado que saben gobernar con y para el pueblo, y una oportunidad única para avanzar en un tema que debe verse no solo desde la perspectiva medioambiental sino como uno de seguridad nacional.
[1] Vera, Oxfam México. https://oxfammexico.org/el-bosque-de-agua-que-es-y-por-que-te-importa/
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