Hace unos días, la presidenta de México presentó 18 programas y acciones que integran el Plan de México, entre ellos, acelerar proyectos de obra pública; mayor inversión a la investigación científica y a la tecnología; fortalecer el mercado interno y el salario mínimo; ampliar la fabricación nacional para la industria textil, de vehículos, farmacéuticos y equipos médicos; acelerar la construcción de vivienda y crédito; ampliar la soberanía alimentaria y energética; fortalecer los programas de Bienestar, entre otras acciones de similar talante.
El escenario internacional en el que se da este anuncio viene definido por la política económica del presidente Donald Trump, quien ha hecho de las amenazas arancelarias su mejor carta de negociación frente al mundo. La mandataria mexicana ha sabido saltar tan incierto ambiente y eligió enmarcar el anuncio del Plan México con el hecho de que nuestro país, junto con Canadá, no haya sido incluido en la tabla de aranceles “recíprocos”, en la que suman más de 100 naciones.
Una pregunta obligada es la participación estratégica que puede tener el Estado de México en la apuesta de la presidenta Sheinbaum sobre el Plan México, que representa su visión sobre el desarrollo nacional, presente y futuro. Nuestro estado, que fue pionero en la producción local de vehículos bajo el mandato de Adolfo López Mateos, en tiempos del desarrollo estabilizador, está llamado a jugar un rol estratégico en este cambio de “época”.
En primer lugar, en términos de territorio el Estado de México goza de una posición privilegiada. Somos el estado más poblado del país con 17 millones, según el Censo del INEGI de 2020, y tenemos colindancia con ocho entidades en la región centro del país: la Ciudad de México, Morelos, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Querétaro, Michoacán y Guerrero.
La entidad tiene una importante red carretera y ferroviaria, además de los Aeropuertos Internacionales de Toluca y Ángeles. También cuenta con 41 parques industriales, los cuales son superficies delimitadas para “el asentamiento de la planta industrial en condiciones adecuadas de ubicación con infraestructura, equipamiento, servicios básicos y una administración permanente”, según información del Gobierno de México.
Según el INEGI, en enero de 2025, la economía mexiquense se ubicó en el lugar 17 a nivel nacional en el sector primario, en el lugar noveno en el industrial y en el lugar 21 en el de servicios. Y aunque el sector terciario sigue siendo el motor principal de la economía mexiquense, la industria muestra una participación cada vez más relevante.
Hace poco, la Secretaría de Desarrollo Económico del Gobierno del Estado de México dio a conocer que, en 2024, nuestro estado se ubicó en segundo lugar en captación de IED a nivel nacional, al atraer cerca de 2 mil 643 millones de dólares, lo que representó un incremento de cerca del 37 por ciento con respecto a 2023. Tales cifras son alentadoras porque representan un incentivo positivo a la IED, que ven el potencial en el Estado de México para generar interés a largo plazo.
No menos importante es decir que estos datos económicos se dan en un escenario de operativos de seguridad, basados en coordinación e inteligencia entre autoridades federales y estatales, en una ruta promisoria que da visos de una estrategia eficaz contra el crimen organizado en México y en el Estado de México.
Es un buen momento para aprovechar el ímpetu democrático que se vive en el Estado de México, con el liderazgo de la Gobernadora Delfina Gómez, para generar políticas innovadoras a favor del campo, del agua, la movilidad, la digitalización de trámites y otras acciones que, de la mano de los principios de la Cuarta Transformación, den bienestar a las y los mexiquenses.
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