Te vas como leyenda, pero te quedas para la eternidad, Fernando. Más que como un fan de los Dodgers te despido como un mexicano más y te digo gracias, gracias por hacer creer a un país que vive de sueños y héroes, gracias por la magia de ese brazo zurdo que lanzaba tras la mirada al cielo, en donde hoy está un hombre sencillo, un “Toro”.
El niño que creció en Sonora jugando a la pelota caliente se convirtió en una leyenda para el pueblo mexicano, tú nos enseñaste que hasta los más humildes podían triunfar en el país de las barras y las estrellas. Tu calidad nos hizo ver que hay un diamante de sueños y tu mirada nos señaló el camino hacia la gloria.
Hablar del Rey de los Deportes es hablar de Fernando Valenzuela y no lo digo por los números que dejaste, mismos que no le importaron a esos de pantalón largo que no te quisieron en Cooperstown, pero que sí valoraron en Los Ángeles como para retirar tu número de la franela de los Dodgers, lo digo por el legado que dejaste con millones que, al verte, se encontraron con un reflejo de su propio anhelo de grandeza.
Viviste el sueño americano, triunfaste en la tierra que un día fue nuestra y hoy dicen que no nos quiere. Lo tuyo fue una lección de vida que fue más allá del juego: Constancia, disciplina, esfuerzo y, sobre todo, humildad.
Cada vez que subías al montículo haces vibrar a dos países con cada curva, con cada lanzamiento con esa mirada al cielo, tan tuya.
Lo sabías, sabías que en tus hombros cargabas con la esperanza de un pueblo, con el orgullo de una nación y con la fe propia de los mexicanos. En vida transitaste de ser un héroe a convertirte en una leyenda y hoy dejas de ser terrenal para volverte eterno, se va el hombre, pero nace un mito. Que sepas que siempre estarás en el corazón de cada mexicano y en el susurro de cada curva lanzada.
Lo que hubiera dado porque ayer vieras el Dodger Stadium a tope por ti, en una serie contra los Yankees como hace más de 40 años cuando te volviste leyenda. Lanza Fernando, lanza, lanza esa pelota al infinito con una curva que un día nos vamos a encontrar de nuevo.