La partida del Papa Francisco deja a la Iglesia católica con un enorme reto en materia de comunicación. Revolucionó la comunicación religiosa en la era digital, tendiendo puentes virtuales entre la tradición milenaria y los fieles del siglo XXI. En un mundo donde las pantallas compiten con los púlpitos, ha transformado su mensaje espiritual en contenido viral, demostrando que incluso la institución más antigua del mundo puede reinventarse sin perder su esencia.

A pesar de su corto papado, no pudo hacer cambios sustanciales en la estructura de la Iglesia, tal vez por falta de tiempo, por la resistencia al cambio o por la falta de salud. Nunca lo sabremos. Pero si hay cinco tareas que cambio la personalidad de la Iglesia católica para adaptarse a estos nuevos tiempos.Al inicio de su pontificado se amplió el proceso de digitalización y uso de las redes sociales. Una comunicación más directa de todas las parroquias y obispados que utilicen el internet para impulsar sus mensajes. Este Papa usa Twitter @Pontifex para difundir sus mensajes y sus críticas. En el 2016 lanza su cuenta de Instagram @franciscus obteniendo más de un millón de seguidores en menos de 12 horas.

En el 2020, en medio de la pandemia Covid-19, destaca que las nuevas tecnologías "bien utilizadas" pueden ser un "regalo de Dios" y pone el ejemplo de las transmisiones en vivo, los mensajes digitales y las redes sociales para alcanzar a los fieles en medio del confinamiento y distanciamiento social.

Aunque Juan Pablo II ya había lanzado el portal del Vaticano en 1995, y Benedicto XVI lanzó el canal oficial de You Tube y la App Pope2You, no fue sino hasta Francisco cuando todas estas tecnologías de comunicación se unieron para consolidar una estrategia de comunicación efectiva de mensajes espirituales y noticias del Vaticano. Desde entonces muchas aplicaciones como Hallow han inundado el mercado para impulsar cursos, métodos de conexión más profundos para practicar la oración, la meditación y profundizar en la fe católica.

Sin duda, los retos son enormes, no sólo hay que combatir la resistencia cultural, el cambio de edad, y la estructura de cientos de años de la Iglesia católica para adoptar este nuevo paradigma; la Iglesia católica tiene el reto de mediar entre la tecnología y los seres humanos que se han entregado por completo a las pantallas olvidándose de la búsqueda espiritual, el desarrollo personal y la conexión con la humanidad y el medio ambiente.

Además, arrastra las problemáticas como la pedofilia, el divorcio, la homosexualidad, la tendencia LGBTQ+ y la tendencia de la Inteligencia Artificial que está cambiando velozmente a la humanidad.

La revolución digital impulsada por Francisco representa solo el comienzo de una Iglesia católica más conectada y accesible. El verdadero desafío será equilibrar la inmediatez tecnológica con la profundidad espiritual, utilizando las herramientas modernas no solo para comunicar, sino para formar comunidades auténticas en un mundo cada vez más virtual. La tecnología puede acercar los corazones, pero es la fe la que debe seguir transformándolos.

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