En esta Navidad, Santa Claus ha cambiado su trineo por tecnología de punta. Desde la realidad virtual para elegir regalos hasta videollamadas para acercar a las familias, el Santa virtual es una innovación fascinante. Pero, ¿qué implica esta transformación para el espíritu navideño?

Si bien el Santa Virtual tiene muchas ventajas no sólo la compra en línea de regalos; mirar el polo norte en tercera dimensión a través de juegos o lentes especiales, como el poder comunicarse en video llamadas con familiares en otros países; rastrear el recorrido de Santa desde el polo norte hasta el hogar; impulsar las buenas obras a través de las donaciones online; el poder enviar mensajes personalizados e incluso promover recolectar fondos para niños usando las redes sociales. Entre muchas otras actividades que antes no habrían podido realizarse sin el apoyo de la tecnología.

El Santa virtual es un complemento de la tradición navideña. Si bien, esta “tradición” se ha volcado en un consumismo sin precedentes, un despilfarro de recursos, el uso de la tecnología lo ha impulsado y dinamizado aún más. ¿Qué podemos hacer?

Una posible respuesta es encontrar un equilibrio entre el espíritu de la fiesta, que más allá de comercializar (vender y comprar) la felicidad, es extenderla en las demás personas. Los actos de bondad, de perdón y de compartir deben privilegiarse sin importar si se utiliza o no la tecnología para ello. Esta debe ser una herramienta, una extensión que nos permita alcanzar a más personas, aumentar los buenos deseos y el amor usando las tecnologías.

Lo opuesto es que las tecnologías — el internet, las redes sociales — nos utilicen y controlen para fomentar un consumo vacío, superficial y vano que pierde la esencia del espíritu de Santa Claus y de la Navidad.

Además de lograr un equilibrio en el uso y disfrute de la tecnología, es importante que el Santa Claus virtual no se convierta en una pesadilla del fraude virtual. Los hackers y estafadores están a un clic de distancia. Las precauciones, las “señales” de peligro están presentes en cada clic que damos, sobre todo fijarnos en lo que publicita como “gratis” o con “descuento” puede ser un fraude, por que en internet no hay nada gratis.

Finalmente, mientras la Navidad digital nos llega, sólo nos resta esperar el día y la hora de dar y recibir, equilibrando el uso de la tecnología y permitiendo que la bondad llegue a nosotros de una forma más personal y humanitaria.

El Santa virtual puede ser una herramienta poderosa para expandir la bondad y el espíritu de la Navidad, pero sólo si lo utilizamos con propósito y cautela. La tecnología no debe sustituir la magia de las fiestas, sino potenciarla. ¡Hagamos de esta Navidad un momento para conectar, compartir y cuidar! ¡Feliz Navidad 2024!

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