Venimos de una universidad pública donde los rectores eran impuestos por el gobernador en turno. Después de una pasarela de precandidatos entre los que figuraban secretarios y profesores, se definía el candidato oficial. En la elección de rector, siempre los opositores declinaban a favor de un solo candidato. Los ex rectores eran premiados con un cargo en el gabinete estatal o alguna alcaldía o diputación. Esta "lógica de imposición" se reproducía en escuelas y facultades, sólo que era el rector quien tomaba la decisión. Estas prácticas antidemocráticas han dejado una huella profunda en la institución; el caso más reciente es negarle el registro a la exdirectora de la Facultad de Ciencias Políticas, Laura Benhumea para competir por la rectoría, a pesar de que el Juez Noveno de Distrito en Materia Administrativa, concedió el amparo con una suspensión con efectos restitutorios.
Compartiendo las prácticas antidemocráticas a las que están acostumbradas ninguna de las candidatas a la rectoría alzó la voz para defender la ley y denunciar la injusticia. A pesar de que sus discursos llaman a la igualdad de derechos; la sororidad; el género; combatir la corrupción y los privilegios, prefirieron guardar silencio. Me pregunto si cuando lleguen a la rectoría, ¿Defenderán a los universitarios o guardarán silencio en favor de sus propios intereses?
Esta elección de rector no sólo se trata de un cambio de género, sino que por primera vez la Universidad Autónoma del Estado de México puede elegir rector sin el yugo del PRI. Después de 94 años de estar sometidos a este partido político será difícil caminar solos, pero es urgente dejar atrás las viejas prácticas autoritarias y de corrupción que tanto han dañado a la universidad hasta etiquetarnos como la universidad de la "Estafa Maestra" dañando así la reputación de alumnos, maestros, trabajadores e investigadores que laboramos en la universidad y que nada tuvimos que ver con dicho fraude pero cargamos la deshonra y la impunidad.
Seguro tomará tiempo cambiar esas prácticas enquistadas en la burocracia universitaria: un sólo periodo de rector no será suficiente. Frente a los retos del siglo XXI, la Universidad pública es más necesaria que nunca para forjar a las mujeres y los hombres que den respuesta a estos desafíos y generen soluciones, tecnologías y conocimientos que nuestra nación demanda con urgencia.
Confío en que la fuerza de esta energía femenina ayude a sanar a la Universidad, le devuelva su equilibrio y su dignidad como la máxima casa de estudios de la entidad. Hago votos para que los universitarios y en especial los consejeros universitarios sepan elegir entre las candidatas a la rectoría quien tenga el liderazgo para transitar esta etapa de la dependencia y subordinación hacia la independencia y la madurez que debe caracterizar a las Universidades como centros de generación del conocimiento y avance científico, para que de una vez por todas dejemos de ser etiquetados como la universidad priista y retomemos el rumbo hacia la Universidad de Excelencia a la que estamos llamados a convertirnos.
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